Del mismo año es Todo lo que hay, del
estadounidense James Salter, traducida al español por Eduardo
Jordá en 2014, en la que resulta impresionante adentrarse, adensarse para
leer esa clase de literatura que hace de la escritura un arte.
En 2013, se estrenó Vivir es fácil con los ojos cerrados,
escrita y dirigida por David Trueba, una película en la que
volvemos a saber que las canciones de los Beatles son como la vida: son
alegres y melancólicas. Ojalá tu vida sea alegre y triste porque vivir es fácil
con los ojos cerrados.
Un año más
tarde, pudo verse la primera temporada de la serie española de televisión El fin de la comedia (de tres años después, ya de 2017, es la segunda):
su protagonista, Ignatius Farray, es el principal eslabón en la cadena
portentosa que es esta maravilla, una cadena artística que comienza por
sus creadores, el propio Farray, Miguel Esteban y Raúl Navarro, autores
los tres del magnífico guion que sostiene la serie.
Otra serie excelsa de aquel año 2014:
Olive Kitteridge es algo más
que, o simplemente, nada más y nada menos, una serie de televisión. La vida es
desconcertante. Frances McDormand es una actriz asombrosa.
Llorar es necesario. Estrenada en 2014, cuatro episodios, cuatro horas de
duración total. Producción estadounidense, dirigida por la cineasta Lisa
Cholodenko…
Más libros. Todo lo que le he leído a
Carlos Zanón me ha parecido estupendo, pero en Insurrección solamente
he dicho de dos de sus novelas que son obras maestras: Yo fui Johnny Thunders, de 2014, y Taxi, tres años posterior.
La sexta novela del escritor
colombiano Tomás González es el octavo libro suyo, fue
publicada en 2011, se titula La luz difícil y es una
contundente y breve obra de arte literario sobre la aflicción. La aflicción,
que junto a la alegría convierte al tiempo, que depende de ambas, aflicción y
alegría, en esa materia elástica que acaba por ser.
Como magistral es la novela Abejas grises, cuyo autor es el
escritor ucranio Andréi Kurkov. Publicada originalmente en 2018, cuatro
años más tarde, Esther Cruz Santaella la tradujo espléndidamente a mi idioma. De
abejas y hombres. Así podría haber titulado su novela el gran Kurkov, el
conmovedor Kurkov, dueño de esa magia literaria que convierte a simples
palabras simples en enormes sensaciones enormes.
En el año 2015, el reconocidísimo historietista español Paco Roca publicó La casa, un cómic que cinco años más tarde se alzó con el prestigioso Eisner Award for Best U.S. Edition of International Material, uno de los galardones de los reconocidos Premios Eisner.
Al igual que se hizo peli de La
casa, también la hay de la extraordinaria novela La Zona de Interés publicada en 2014 y escrita por Martin Amis, una historia de
amor engastada en un libro pavoroso que transcurre en un tiempo, el del
exterminio judío pretendido por los nazis, repugnante del que resulta
inimaginable “que algo bueno viniera de allí”.
Cine otra
vez. Andrés Duprat es un escritor notable, es un literato de los buenos. ¿Y
quién es Andrés Duprat, me preguntarás? Es el guionista de una película
memorable, una película argentina del año 2016 muy premiada, merecidamente, con
el Goya a la Mejor Película Hispanoamericana, por ejemplo: El ciudadano ilustre (protagonizada
por Óscar Martínez), dirigida
por Mariano Cohn y el hermano de Andrés, Gastón Duprat.
Sobre estos tipos hay más cosas en Insurrección, muchas.
También
aparece mucho aquí Woody Allen. No siempre para loarle. Estuvo a punto
de crear otra obra maestra de esas suyas con su película de 2017 Wonder Wheel, una peculiar obra de
teatro filmada cinematográficamente sin dejar ni por un instante de ser el cine
que es. Cine en estado puro. Cine clásico. Teatro clásico, también, pues Wonder
Wheel es una tragedia sutil, elegante, divertida, ensoñadora,
crepuscularmente alleana. Por su parte, Blue Jasmine es otra
obra maestra, una joya suya de 2013, una de sus más grandes
películas, quizás la más grande de sus últimos treinta años. Le bastan al
genio estadounidense cien minutos para volver a mostrarnos qué es el cine
cuando el cine está en las manos de un cineasta y sale de la cabeza y el alma
de un cineasta.
Cesc Gay
de nuevo: películas en las que salen personas en el cine, o mejor, películas
hechas con personas de verdad vistas a través del lenguaje cinematográfico, o
mejor todavía, cine hecho para personas de verdad en el que salen las personas
de verdad como si fueran personajes cinematográficos... Con su película de
2015, Truman, uno no sabe si ha visto
una obra maestra cinematográfica o si simplemente ha bajado a pasear a su perro
mientras un cineasta le rodaba siendo el mundo. Bueno, si lo sabe.
Escribí esto que puedes leer yendo aquí
sobre una obra maestra del arte cinematográfico creado para las nuevas formas
de ver el cine en las pantallas universales de los hogares: Homecoming,
la serie estadounidense de 2018 protagonizada soberbiamente por un elenco de
actores magnífico encabezado por una Julia Roberts que roza el
milagro (que es un milagro), creada por Micah Bloomberg y Eli Horowitz,
escrita por ellos mismos y por su brillante director, Sam Esmail, y
fotografiada muy acertadamente, con esa pátina distinta según la protagonista
tiene recuerdos completos o no, por Tod Campbell
De ese mismo año, 2018 es Roma, de Alfonso
Cuarón, una maravilla de sencillo cine clásico asombrosamente complejo y
certero. Se llama así porque Roma es el nombre de la colonia de Ciudad de
México donde transcurre lo que acontece en esta película mexicana de
2018 rodada en un hermoso blanco y negro por un director al que únicamente
le falta interpretar lo que luego de verla sé que es su origen, parte de lo que
en su infancia le hizo ser mucho de lo que ahora es: alguien de una
sensibilidad trascendental capaz de crear algo majestuoso haciendo cine.
[continuará…]

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