
“Llega un día en
que adviertes que todo es un sueño, que sólo las cosas conservadas por escrito
tienen alguna posibilidad de ser reales”.
Resulta
impresionante adentrarse, adensarse, en el interior de una novela en la que
pronto podemos leer esa clase de
literatura que hace de la escritura un arte:
“Rayaba el día
una pálida aurora del Pacífico sin verdadero horizonte y con la luz reunida
sobre las nubes tempranas. El mar estaba desierto. El sol apareció despacio e
inundó el agua tiñéndola de blanco”.
[...]
Es esta una
novela en la que una bandera (estadounidense) puede ondear, “invisible, en un
mástil, como un signo de bondad y decencia”. Una novela en la que otra de las
mujeres en la vida de Bowman, Christine, le ofrecía a nuestro protagonista
“todo lo que él había querido ser, le había sido concedida como una bendición”.
Pero también es una novela en la que su principal personaje, el apuesto y
educado Philip Bowman, el inteligente y sincero Philip Bowman es capaz de
mostrar, dado el momento, rencor escondido y venganza cruel e injusta, es capaz
de aparecérsenos durante un instante como algo ignominioso.
“Nunca les des [a
los hombres] lo mejor de ti, se acostumbran a tenerlo”: le dice una amiga a
otra de las parejas del principal personaje de la novela, Katherine, a quien
“le gustaba la autoridad masculina, sobre todo la de Bowman”. Mujeres y hombres del siglo XX
estadounidense.
Dos lecciones sobre edición que podemos
leer en Todo lo que hay. Una, la
frase que dice que “los grandes editores no son siempre buenos lectores y de
los buenos lectores rara vez sale un buen editor”. Y dos, lo que Bowman opina
respecto de escribir dedicándote a la edición: que es imposible ser ambas cosas
a la vez, escritor y editor.
Salter sabe
empaparnos de aquellos momentos en los que, y le parafraseo encantado a
continuación, el pasado parece yacer a nuestros pies y el tiempo quedar
relegado al olvido.
Nuestro futuro es
el de quienes han vivido antes que nosotros. “Ocurre lo que piensas que va a
ocurrir”, repetía Beatrice, la madre de Philip Bowman. Con nosotros se va todo
lo que hemos conocido y todo lo que hemos ignorado, todo cuanto ha existido. “La vida que iba a quedar al margen de todo
juicio”.
[...]
Este texto pertenece a mi artículo ‘James Salter, todo lo que escribes’, publicado el 16 de diciembre de 2019 en Analytiks, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.
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