No parlez, el despampanante debut de Paul Young
Cuádruple platino. Un millón doscientas mil copias de un elepé. A esa categoría de ventas llegó veinte años después de su salida No parlez , el álbum de debut del británico Paul Young, convertido de golpe en una superestrella a sus 26 años de edad. Aquella máquina de éxitos, un éxito él mismo, publicado el 22 de julio de 1983, cuando yo tenía 20 años, había comenzado a grabarse un año antes en los estudios londinenses The Workhouse con la producción del también británico Laurie Latham, quien ya se había responsabilizado de elepés de Ian Dury & the Blockheads, y lo hará años después con alguno de Squeeze, Echo & the Bunnymen, The Stranglers y The Christians e incluso con The secret of association , el segundo de Young (también un disco soberbio). De las once canciones (doce en el cedé, una novedad en aquellos tiepos) que formaban parte de aquel disco que tantísimo disfruté, las que más me gustaron, y siguen haciéndolo, fueron y son Come back and stay (compuesta, como otras