Teatro, la
vida es puro teatro. ¿Te suena? A Woody Allen parece que sí, y eso explica que
haya estado a punto de crear otra obra maestra de esas suyas con su película de
2017 Wonder Wheel.
La que sin
duda va ser una de las últimas películas del genio neoyorquino, de uno de los más
grandes cineastas que han existido, es una peculiar obra de teatro filmada cinematográficamente sin dejar ni por un instante de ser el cine que es. Cine en estado puro. Cine
clásico. Teatro clásico, también, pues Wonder
Wheel es una tragedia sutil, elegante, divertida, ensoñadora, crepuscularmente
alleana.
Junto a
Allen, como siempre, crea-trabaja un excelente equipo dirigido por él donde brilla
con luz propia (escribiendo sobre Woody tenía que hacer un chiste, eso sí,
mucho peor que los suyos), el inimitable director de fotografía italiano Vittorio
Storaro. Un magnífico plantel de actores, también, sobre el que destaca
portentosamente la interpretación de la actriz británica Kate Winslet, que alcanza
una cima artística extraordinaria al dar vida cinematográfica a una mujer
dolorosamente aturdida por la realidad y el artificio.
Woody Allen,
te pido perdón en nombre del género humano que te está impidiendo seguir mostrándonos
tu arte desde la dudosa catadura moral del triunfo del trauma sobre las
evidencias. La verdad ha decidido esquivarte. Perdón.
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