El fin de la comedia: ¿para qué sirve la comedia cuando ya ha acabado?
Lo explica el protagonista de una serie española para televisión, ese Ignatius Farray que es él y es un poco su personaje y es su personaje sin ser del todo él, en uno de los últimos capítulos de la segunda temporada: El fin de la comedia va sobre límites. Límites entre edades vitales, la juventud y la madurez, entre la ficción y la realidad, entre el humor y la ofensa. Sobre eso va esta maravillosa comedia: sobre lo que es la comedia en este mundo en el que para los posmodernistas la comedia ya no es que no sea lo que era, es que ha muerto. Y ha resucitado. La comedia después del fin de la comedia. Porque ese título esconde lo que esta serie de televisión quiere ser, y es: una reflexión lúcida e hilarante sobre el objetivo de la comedia y sobre el final de lo que algunos han creído que ya ha tenido lugar, el del humor, el de lo cómico como espectáculo, el de la gracia esparcida para la risa.
La serie, una obra maestra, se estrenó en 2014 y tres años más tarde se pudo ver su segunda y hasta ahora última temporada. Algo más de cuatro horas, 12 episodios, 6 en cada temporada, de una duración media de unos 22 minutos. Un lujo deliberadamente pequeño que a mí me ha parecido descomunal. Talento y saber hacer a raudales. Acabo de ver el último capítulo (sí, siete años después del estreno de la serie, pero es que he sabido, inexplicablemente, de esta maravilla hace unas semanas) y estoy verdaderamente entusiasmado. Ha sido una delicia disfrutar estas dos temporadas, sus doce entregas. Todas excelentes: he reído bastante y he aprendido mucho. Dichosos los cómicos, los humoristas, esas personas que quieren y saben hacernos reír.
Ignatius Farray es el principal eslabón en la cadena
portentosa que es El fin de la comedia. Una cadena artística que
comienza por sus creadores, el propio Farray, Miguel Esteban y Raúl Navarro,
autores los tres del magnífico guion que sostiene la serie. Esteban y Navarro
son además los eficaces directores de este producto televisivo que debería
encontrase entre los más destacables de cuantos se hayan hecho jamás. En España
al menos.
La cadena sigue con el eslabón de su fotografía,
responsabilidad de Jon D. Domínguez; y culmina con un reparto sensacional
encabezado por un más que convincente Ignatius Farray (casi siempre divertido,
cuando no sencillamente casi conmovedor dentro de los límites del pequeño drama
y la comedia rejuvenecida que acaba por ser El fin de la comedia), muy
bien acompañado por Iggy Rubin, Juan Cavestany y Marta Fernández Muro o Javier
Botet, Clara Sanchís y Miki Esparbé, además de por muchos actores (y cómicos o
simplemente personalidades reconocibles) en su papel de cameos para duplicar
ese efecto que sobre la realidad quiere tener esta ficción: Javier Cansado,
Raúl Arévalo, Andreu Buenafuente, Joaquín Reyes, Verónica Forqué, Juanra Bonet,
Iñaki Gabilondo, Willy Toledo, Natalia de Molina, Ricardo Castella, Ernesto
Sevilla, El Chojin, Arkano, Dani Rovira, Luis Bermejo, David Broncano, Quequé,
Manuel Burque, Hovik Keuchkerian, Boré Buika, Bárbara Santa-Cruz, Luis Callejo…
La magnífica plataforma cinematográfica que es Filmaffinity
escribió sobre El fin de la comedia que es una de esas “comedias amargas”
en la que podemos ver a un cómico, Ignatius Faray, al completo y “descubriremos
qué le inspira a la hora de escribir y comprenderemos que, para él, enfrentarse
a un bar lleno de borrachos es mucho más sencillo que enfrentarse al mundo real”.
Los bares y el mundo real.
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