Fútbol, poder y cultura
Fútbol contra el enemigo es un libro escrito por el periodista británico Simon Kuper y publicado originariamente en 1994 (Football against the enemy), que fue reeditado en 2012, año en el que apareció por vez primera en español, con la traducción de David González Raga y Fernando Mora Zahonero. Subtitulado para la edición española Un fascinante viaje alrededor del mundo en busca de los vínculos secretos entre el fútbol, el poder y la cultura (casi nada), contó para los lectores hispanos con un prólogo a cargo del reconocido periodista deportivo español Santiago Segurola, quien dedica un encendido elogio al libro que, a mí, una vez leído éste completamente, me parece totalmente desmesurado:
“Kuper comenzó
su viaje iniciático alrededor del mundo armado con dos preguntas que
necesitaban contestación. Primera: ¿de qué manera el fútbol se refleja en la
vida de un país? Segunda: ¿de qué forma la vida de un país se refleja en
el fútbol? Estas dos sencillas cuestiones presiden el contenido de un libro
que en su día se ganó el crédito de fronterizo. Hay un antes y un después
de Fútbol contra el enemigo. En este sentido, el trabajo de Kuper puede
compararse con el del célebre Fever Pitch, de Nick Hornby, publicado en
el Reino Unido apenas dos años antes. […]
Lo que ofrece
el autor es un brillante calidoscopio que nos informa del fútbol de un modo
parecido al de la antropología social, pero rebajado de cualquier pompa, con la
vieja técnica periodística del reportaje y todo lo que eso significa: datos,
sentido del ritmo, humanidad y un toque de humor que recorre el libro de la
primera a la última página. […]
Con el tiempo, Fútbol
contra el enemigo se ha erigido en un referente indispensable entre las
obras dedicadas al fútbol. En las tradicionales votaciones sobre los mejores
libros de deportes, figura habitualmente entre los 50 mejores de la historia. En
mi caso lo tengo por un libro indispensable ajeno al paso del tiempo”.
La novela que menciona Segurola (Fiebre en las gradas, de Hornby, Fever Pitch) es para mi gusto mucho mejor libro que el de Kuper, entre otras cosas porque no deja de ser una memorable obra de ficción sin pretensiones de explicar el mundo. Sin las fallidas pretensiones de Fútbol contra el enemigo. Eso sí, estoy de acuerdo en que su sentido del ritmo, su humanidad y su toque de humor son las principales cualidades del ensayo.
Kuper considera en la introducción que “este deporte continúa siendo una
forma buena y nada desdeñable de entender el mundo”. Y, más adelante, nos
advierte de que Fútbol contra el enemigo trata precisamente “del lugar
que ocupa el fútbol en el mundo”.
Pocas cosas de las muchas que cuenta Kuper de su periplo me resultan de
interés, pero si hay una que destaca por encima de todas está relacionada con el
fútbol durante la dictadura soviética, me refiero a la vida del futbolista
ruso Nikolái Petróvich Stárostin, una de las primeras estrellas del fútbol
soviético, estrechamente vinculado al nacimiento del Spartak de Moscú. En 1942,
Stárostin fue detenido, junto con sus tres hermanos y otros futbolistas,
acusados de participar en un complot para matar a Stalin. Retirados los cargos,
no obstante, fueron juzgados y condenados a diez años en Siberia: se les había
declarado culpables de 'alabar deportes burgueses y tratar de arrastrar motivos
burgueses al deporte soviético’:
“En efecto, en
su día Stárostin había sido el futbolista más famoso de toda la Unión Soviética
y los jefes de todos los gulags por los que pasaba trataron de convencerle de
que entrenarse el equipo de fútbol. Fueron muchos los que murieron en los
campos entre otros el poeta Ósip Mandelshtam, pero nadie se atrevió a tocar a Stárostin.
‘Hasta los peores delincuentes se quedaban callados cuando empezaba a contar anécdotas
de mi carrera futbolística’. Stárostin cree saber por qué en circunstancias tan
duras como aquellas el fútbol era tan importante: ‘Para la mayoría de la
gente del fútbol era la única y a veces la última oportunidad de conservar en
sus almas una pequeña reserva de simpatía y sinceridad hacia sus semejantes’
”.
Si ha habido una persona irritante entre los protagonistas destacados de la historia del fútbol, esa ha sido para mí la del entrenador Helenio Herrera, a quien Kuper también entrevista para el libro (Kuper habla con docenas de personas destacables, más que destacadas, del ámbito futbolístico mundial, y el libro es rastro de todo ello). Pues bien, Herrera, que a veces decía cosas inteligentes, no en vano es tenido por uno de los sabios de este deporte, le contó a Kuper algo sobre el trío más habitualmente citado en el trono de los mejores jugadores de todos los tiempos:
“Cruyff no
se parecía tanto a Pelé como a Di Stéfano, pero a un nivel inferior. Di Stéfano
ha sido el más grande de todos los tiempos y te diré por qué. Cuando la
gente me decía ‘Pelé es el primer violín de la orquesta’, yo replicaba ‘¡Sí,
pero Di Stéfano es la orquesta entera!’ Di Stéfano trabajaba en defensa, en
ataque, en el centro del campo, nunca dejaba de correr y exigir a sus compañeros
que hicieran lo mismo, gritándoles ‘¡Estás jugando con mi dinero!’. Porque
debes saber que, para Di Stéfano, la plata era algo muy importante”.
La esencia de Fútbol contra el enemigo, su razón de ser, insisto, es
hacer ver la relación entre fútbol y sociedades, entre la Cultura, con
mayúsculas y las vivencias futbolísticas allí donde “el fútbol no es una
cuestión de vida o muerte: es mucho más importante que eso” (como dijera un
famosísimo entrenador del Liverpool, Bill Shankly). Como escribe el propio
Kuper, “este libro sostiene la tesis de que el fútbol influye en la política y
de que siempre ha sido así”. Vayamos un momento con Kuper al Brasil de los días
en que él escribía su libro:
“El fútbol
nunca es solo fútbol. Cuando hablan de fútbol, los brasileños también
hablan del tipo de país que Brasil debería ser. […] Mientras se disputa un
Mundial de fútbol, ningún brasileño hace nada hasta que Brasil no queda
eliminado: cada competición le cuesta al país más de 2000 millones de
libras en términos de descenso de la productividad”.
Hablando de Mundiales… Una de las grandes boutades del libro (no
abundan, pero su riesgo las hace inevitables, hay pocas, que conste) es esta:
“Un Mundial
siempre provoca conflictos y da lugar a más muertes que a goles”.
Me quedo (para acabar) con esta reflexión de Kuper, escrita cuando habla
del fútbol en el Irán ayatólico:
“El fútbol es una buena forma de estudiar lo que pasa en las sociedades reprimidas, pero rara vez las cambia”.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.