¿Cómo se llegó al 18 de julio?, POR Roberto Muñoz Bolaños

Mi libro, Las conspiraciones del 36. Militares y civiles contra el Frente Popular, pretende llenar un vacío, y para hacerlo no sólo se abordan en él las diferentes conspiraciones que tuvieron lugar en el periodo republicano, centrándose en la que derivó en la sublevación de julio de 1936, sino que planteamos la hipótesis de que existe un enlace entre todas ellas, que, a su vez, se desarrollaron en dos fases claramente diferenciadas.
La primera fase se extendió entre 1931 y 1934, y estuvo dominada por las conspiraciones monárquicas dirigidas por los alfonsinos o seguidores de Alfonso XIII –aunque también se puso en marcha un proyecto carlista autónomo–. No obstante, también hubo otra cuyo planteamiento político sería el antecedente más cercano a la de julio de 1936: el golpe de Estado del 10 de agosto de 1932 o “Sanjurjada” –dirigido por los tenientes generales Emilio Barrera Luyando y José Sanjurjo Sacanell–, definido por el intento de colaboración entre republicanos moderados y monárquicos. La característica fundamental de este conjunto de tramas fue que su componente militar aparecía subordinado a un proyecto político, elaborado por civiles y articulado en torno a una ideología específica. Fue ese planteamiento reduccionista el que conllevó su fracaso. Esta fase termina con la Revolución de Octubre de 1934, que supuso no sólo un trauma para todos los sectores conservadores, sino también el basculamiento del liderazgo golpista de los civiles a los militares, que pasarían a dirigir las operaciones golpistas no tanto contra la República como régimen, sino contra un nuevo proceso revolucionario que consideraban latente.
No obstante, esta lucha tuvo un momento de impasse en la segunda mitad de 1935, coincidiendo con el periodo del líder de la derechista Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) José María Gil-Robles al frente del Ministerio de la Guerra. Pues, durante esos meses, todas las fuerzas contrarrevolucionarias –salvo Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FE de las JONS)– esperaron que este político pudiera estabilizar y derechizar la República desde la legalidad.
El fracaso de Gil-Robles abrió la segunda fase que se desarrollaría entre enero y julio de 1936, y donde se distinguieron tres etapas.
- La primera, que abarcó los meses de enero y febrero, estuvo definida por dos dinámicas paralelas. Por un lado, el intento de las fuerzas políticas de la derecha de unirse en una coalición capaz de rivalizar con el izquierdista Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936. Por otro, la puesta en marcha de una operación golpista dirigida por el general de división Manuel Goded Llopis, de carácter estrictamente militar. Ambas dinámicas fracasaron, ya que el Frente popular obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones de febrero de 1936 y el golpe de Goded nunca se pudo poner en marcha.
- La segunda etapa, que se desarrollaría entre marzo y mayo, se definió por tres dinámicas.
La primera, fue el deterioro de la convivencia y el convencimiento paulatino por parte de los líderes de la derecha –pero también de la mayoría de sus militantes y votantes– de que el Gobierno del Frente Popular no sólo era incapaz de asegurar sus intereses socioeconómicos, sino también sus derechos como ciudadanos.
La segunda, la puesta en marcha de una nueva operación golpista, estrictamente militar, bajo la dirección de la Junta de Generales.
La tercera, la organización de la última conspiración dirigida por una organización política, la Comunión Tradicionalista, de ideología carlista. Estas dos tramas también fracasaron porque la primera fue desbaratada por el ejecutivo y la segunda nunca pudo ponerse en marcha.
- La tercera etapa se prolongaría entre finales de mayo y julio. Fue en este periodo de tiempo cuando se gestó la trama conspirativa de Mola, cuya característica fundamental fue la articulación de un frente cívico-militar en torno a un programa político, y no sobre una ideología concreta. Esta característica, que no existió en ninguna de las operaciones anteriores, junto al deterioro de la situación de España en estos meses, le permitió sumar los apoyos necesarios para desencadenar la rebelión que comenzó el 17 de julio de 1936.





[ESTE ARTÍCULO APARECIÓ completo EN ANATOMÍA DE LA HISTORIA POR VEZ PRIMERA EL 25 de junio de 2019]

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