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Mis canciones favoritas (séptima entrega)

Esta es la última entrega de mis canciones favoritas. Las que se incluyen aquí, atención, son tan buenas como las que han ido apareciendo en las seis entregas anteriores. Mira, mira... / Escucha, escucha... (Seguro que hay más.)


White winter hymnal
, de Fleet Foxes.

Sing, sing, sing (with a swing), de The Benny Goodman Orchestra.

Wonderous stories, de Yes.

Cuando quise que me gustaran Yes me compré la cinta de Going for the one pero sus maravillosas historias acabaron quedándose en algún lugar del futuro, arrinconadas en una realidad batida por el incontestable espíritu de Los Clash: quienes estrangulaban el presente con la música de jóvenes alterados saltaron desde mis paredes esmaltadas de porvenir hasta la abrumada maleza sobre las ruinas de los días sin el ruido de la furia.


Turn! Turn! Turn! (to everything there is a season)
, de The Byrds.

Aburrido de esperar, de Marc Parrot.

Wish you where here, de Pink Floyd.

Algunas veces, de Amaro Ferreiro.

Rumble in Brighton, de Stray Cats.

Dices tú de rocanrol, qué invento, ¿que no?

Los jóvenes lo crearon y ahora es un asunto adulto de ancianos a veces, de ancianos, sí, nos remontamos a las cavernas, a los tiempos de las pieles y las piedras y los palos y los pelos largos, muy largos: ya entonces se soñaba en rocanrol, no en blanco y negro como los perros, no, se soñaba en rocanrol, ese sueño que regresó hace décadas para siempre, para ser la melodía del futuro, la música de los locos, los compases necesarios del presente, la retahíla del pasado, ay rocanrol, nunca morirás, por lo menos mientras haya agallas, no hasta que los sapiens degeneren del todo.

Hasta el infinito…

Just when i thought, de Jacob Banks.

Intervention, de Arcade Fire.


 

“El rey ha recuperado el trono.

Se sembró una semilla inútil.

Cuando dicen que cortarán el teléfono.

Entonces diles que no estás en casa.

No hay lugar donde esconderse

Encontrarás que hay un soldado de su lado

Aún eres un soldado en tu mente

Pero no hay nada en juego

Dices que es dinero lo que necesitamos

Como si fuéramos las únicas bocas que alimentar

Sé que no importa lo que digas

Hay algunas deudas que nunca pagamos

Trabajando para la iglesia mientras tu familia muere

Tomas lo que te dan

Y lo guardas dentro

Cada chispa de amistad y amor morirá sin un hogar

Escucha al soldado gemir, lo solucionaremos solos

Puedo saborear el miedo

Levántame y sácame de aquí

No quiero pelear, no quiero morir

Solo quiero oírte llorar

¿Quién va a tirar la primera piedra?

Oh, ¿quién va a volver a colocar el hueso?

Caminando con la mano en un cabestrillo

Quiero escuchar al soldado cantar.

Trabajando para la iglesia mientras mi familia muere

Tu hermanita va a perder la cabeza

Cada chispa de amistad y amor morirá sin un hogar

Escucha al soldado gemir, lo solucionaremos solos

Puedo saborear tu miedo.

Te levantará y te sacará de aquí.

Si el disparo en el hueso nunca sana,

no puedo obligarlo a ceder.

No puedes encontrarme ahora

Pero recuperarán su dinero de alguna manera

Y cuando finalmente desaparezcas

Solo diremos que nunca estuviste aquí

He estado trabajando para la iglesia mientras tu vida se desmorona.

Están cantando aleluya cuando derrotan tu corazón.

Cada chispa de amistad y amor morirá sin un hogar.

Escucha al soldado gemir, lo conseguiremos solos.

Escucha al soldado gemir, lo conseguiremos. En solitario”.

Compositores: Jeremy Gara / Regine Chassagne / Richard R Parry / Tim Kingsbury / William Butler / Win Butler


 

Los restos del naufragio, de Bunbury.

Mar el poder del mar, de Delafé y las Flores Azules.

Lo que quieras oír, de Pistones.


She’s a sensation
, de Ramones.

Here’s to you, de Ennio Morricone y Joan Báez.

The model, de Karftwerk.

La pócima del amor, de Los Mestizos.

Need a little love, de The Fratellis.


Father and son
, de Cat Stevens.

Rehab, de Amy Winehouse.

Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat.

Cantáis esas canciones como si fueran vuestras, las ponéis esa sintonía emocionante así a lo bestia, como si no nos debierais nada a los demás, como si no fueseis humanidad.

Tocáis esas baterías con tanta saña, esas guitarras de fuego y cielo, gritáis esas melodías incandescentes a lo grande, con los latidos de vuestros pianos de agua, como si la emoción os saliera del alma, como si no nos estremecierais rotundamente, y lo hacéis todo pensando en nosotros, en un auditorio universal de estrellas solemnes, de estrellas enardecidas y festivas.

Lo hacéis ensimismados en nuestros recovecos. Adolescentes en un mundo vibrante y al acecho, jóvenes sin edad ni vísperas: gracias por darnos los sonidos de la respiración, gracias por provocarnos la danza y la santidad.

Porque sin la música no hay nada, sólo el silencio de las guerras.

Comentarios

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