Pink Floyd


Y el anciano cielo y la infancia de las aceras, cuando el gong de Pink Floyd ardía en una edad tan antigua como la mía y la de mis rodillas heridas: suena un sonido lunático, un aleteo sideral que es a veces trueno y siempre relámpago, viajo a la velocidad de la luz, como en un sueño de diamante, ojalá estuviera allí en un infinito silencio laminado por esa música expectante y en tensión, dueño de la vida; ojalá creyera en Dios, Pink Floyd, seguís latiendo en mí.

Pink Floyd, aquellos maravillosos dinosaurios a los que no lograron barrer los Sex Pistols ni Los Clash por más que el aire nuevo nos trajera la Nueva Ola y a Alaska y Los Pegamoides y a Nacha Pop.

Antecesores de Yes, de Genesis… Los que casi se cargan el rock, según Nick Hornby.

Pink The dark side of the Moon/Wish You where here/Animals Floyd___ 1973,1975,1977.

Aquel compañero tuyo del instituto que vivía cerca de tu casa, y que ahora es periodista, te pone el Tubular bells y el de la vaca de Pink Floyd en su aparato de sonido cuadrafónico y flipas. Puede que fuera el Ommadawn, el de Mike Oldfield, digo. Eso da igual. El poderoso sonido del trueno. El poderoso sonido de la música. El poderoso sonido del sonido.

El crítico musical Fernando Navarro habla de “la arquitectura conceptual de Pink Floyd”. Pink Floyd, el tiempo bajo el cielo. 1973,1975,1977.

Suena un sonido lunático, un aleteo sideral que es a veces trueno y siempre relámpago; viajo a la velocidad de la luz, como en un sueño de diamante: ojalá estuviera allí, en un infinito silencio laminado por esa música expectante y en tensión, dueño de la vida; ojalá creyera en Dios… Pink Floyd, seguís latiendo en mí.


The dark side of the Moon lleva sonando casi cincuenta años en los corazones delatores de millones de seres vivos, nosotros, entonces, yo, en 1973, no había llegado a esa grandeza gigantesca tan sabiamente enigmática, de una oscuridad abierta; hoy regreso al disco que inventó la música de donde brotan el rojo y el azul, hoy sigo brillando como cuando una aguja abrió la negritud de los surcos de vinilo allá por los años importantes en que todo era porvenir.

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