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Discusión entre el Sol y la Luna (un cuento de Luisa Horno)

Hay unas pocas horas en el día, que no recuerdo cuáles son, en que el Sol y la Luna coinciden en el cielo, o sea, que los puedes ver a los dos.


Aquel día en concreto, los dos estaban enrojecidos, como a punto de estallar. Estrella, que era bruja, desde su ventana y con el telescopio nuevo, los oía perfectamente:

- Que te vayas de una vez, ridícula, que ahora me toca a mí.

La Luna se reía, porque estaba en cuarto creciente, aunque ya muy pálida:

- Mira el envidioso, que se cree el astro más importante de la galaxia...

- ¡Y lo soy! Lo soy, al menos hasta que el cambio climático o cualquier otro desastre venidero cambie todo esto.

- Y tú, tan majestuoso, te crees todas esas bobadas...

(Ella también se las creía, pero no podía quedarse sin decir la última palabra).

El Sol, con el ceño fruncido, comenzó a soplar; acudieron un tropel de nubarrones y taparon a la Luna. También, en unos minutos, taparon al Sol, pero se quedó tranquilo. Cuando se fueran las nubes, estaría de nuevo él solo en el firmamento.

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