Dios, El Irlandés y Scorsese

En El Irlandés, de Martin Scorsese, he visto gente que mata a gente, gente que pinta casas (con la sangre de la cabeza de otra gente), gente a la que la ley le trae al pairo porque sabe cómo burlarla mientras pinta casas.

Desde hace más de treinta años, mis amigos me llaman Irlandés (El Irlandés, también: con o sin artículo), pero la razón por la que lo hacen no tiene nada que ver con pintar casas.

Vaya por delante que 206 minutos después de sentarme a ver la película estadounidense que tan excelentes críticas está recibiendo (algo inaudito en este mundo de peculiares visiones múltiples e irreductibles ante cualquier fenómeno de grandes dimensiones) sentí como si acabara de empezar a disfrutarla. O casi. Y eso vale su peso en oro. En oro fílmico.

Actores: se sabe que no hay pelis sin actores, salvo que sean de animación (las pelis, no los autores). En El Irlandés brillan la mayoría crepuscularmente reviviendo para nosotros algunos de los más grandes actores de los filmes de Scorsese: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci y (un poco bastante menos) Harvey Keitel. Pero también intérpretes como Stephen Graham, Bobby Cannavale y Anna Paquin. Actores.

El excelente guion de El Irlandés está escrito por Steven Zaillian (que adapta un libro de 2004: I Heard You Paint Houses, de Charles Brandt, traducido al español como El Irlandés: Jimmy Hoffa, caso cerrado).

Sí, la mafia estadounidense. Una vez más. Otra de las monumentales películas de Martin Scorsese sobre gente que mata a gente y se burla de la ley mientras nosotros asistimos a tanto dolor y a tanta maldad como si el mundo no tuviera escapatoria y las vidas fueran lo que vemos en la pantalla: codicia, desprecio y algo del inevitable amor sin el que habríamos desaparecido como especie junto a la imprescindible confianza en los demás.

Scorsese y el cine y Dios y el perdón. El perdón. Y la culpa. La culpa y el final. Y una puerta sin cerrar, entreabierta.

Todo eso es, nada más y nada menos, El Irlandés, una película con ambiciones de misticismo cinéfilo y de retrato de una época artística y criminal.

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