Basilisco, una (extraordinaria) ¿novela? de Jon Bilbao

2020, este año fatídico, el año de la novela Basilisco, de Jon Bilbao, por ejemplo. ¿Novela? Sigo.

[...]

Según leía Basilisco, a menudo ligeramente fascinado, se me ocurría que de alguna manera me recordaba (mucho) a otra novela y escribí en mi muro de Facebook esto otro:

¡Que levanten la mano los que hayan leído BASILISCO, de Bilbao, y MERIDIANO DE SANGRE, de McCarthy!

Bilbao, vaya por delante, es un narrador prodigioso [...].

Basilisco (donde aparecen personajes de uno de los cuentos de Estrómboli) es una novela porque Bilbao y su editor lo han decidido así. Me explico: en Basilisco —que es una especie de compendio de muñecas rusas—, lo esencial, lo más jugoso literariamente hablando, también como el vehículo de entretenimiento que ha de ser siempre la ficción, es aquella narración que alguien cuenta y que consiste en cuanto Basilisco tiene de novela (extraordinaria) del Oeste, de terrible western artístico (y de ahí lo de compararla con la sin par Meridiano de sangre del prodigiosos escritor estadounidense Cormac McCarthy). 

El resto de Basilisco es la historia del protagonista que apenas la protagoniza más un cuento que éste, que es escritor, como Bilbao, nacido en Ribadesella, como Bilbao, escribiera recientemente y que Bilbao nos cuela de rondón. Un cuento magistral, que conste.
Todos estos reparos son los únicos que se le pueden poner a un libro formidable, de una reciedumbre mayúscula, que derrama también la suave dulzura del dolor seducido, un libro escrito por un autor (con el que sé distinguir cuando lo que contamos es mitología) del que aprendo que ser escritor no es solo una decisión personal.

“Y el desierto olió de pronto como debía oler antes de que existieran el plástico, los motores de explosión y el cine. Bajo ese cielo recorrido por rayos supe que estaba enamorado”.

Es Basilisco un artefacto en el que comprender que hay que saber contar las historias como uno las sabe para que otros las escriban como quieran. Como dice el dibujante Patrick Clement, uno de los personajes del western que es a su manera Basilisco (a quien los relatos de las historias de la frontera que le cuenta otro personaje del libro “le parecen mucho más reales que el suelo que pisa”):

“En ocasiones, la representación de lo real obliga a su alteración”.

Personajes que huyen a veces sin conseguirlo de ser considerados “más propios de un folletín sobre el Lejano Oeste”, personajes “temerosos de encontrarse con la calcinante ira de Dios”, personajes que surcan un mundo irreal perfectamente delimitado por la ficción:

“La liberación del abandono. El abandono como curación, como una forma de librarse de un peso supurante, resbaladizo y superfluo”.

Ese poderoso dibujo literario que es el personaje llamado La Araña le dice al John Wayne muy temible de Basilisco, John Dunbar, algo que está en la línea medular del relato que protagoniza la muñeca rusa que ya he dicho que me parece Basilisco:

“Para nosotros, el Oeste es un diván donde tumbarnos a purgar el pus del alma”.

La frontera del Oeste es una tierra fantástica y peligrosa que “tiene el poder de inmortalizar”, no cabe duda.

[...]


Este texto pertenece a mi artículo ‘Jon Bilbao y el basilisco que nos nubla la vista’, publicado el 3 de agosto de 2020 en Nueva Tribuna, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE. 

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