Foodie love, la serie para
televisión de Isabel Coixet, magníficamente interpretada por los actores Laia
Costa y Guillermo Pfening, tiene una medida duración de cuatro horas repartidas
en ocho entregas milimétricamente servidas. Estrenada en 2019 con una
hermosísima fotografía a cargo de Natasha Braier y Jean-Claude Larrieu, tiene esta
pequeña obra de arte cinematográfico una facturación, un acabado, un diseño de producción,
una dirección artística impecables. Todo ello aderezado por un guion brillante también
escrito por Coixet y una selección musical absolutamente imbricada en la
excelente narración como un elegante y sutil guante enjoyado.
Enamorarse. Del enamoramiento. De las ruinas del
pasado sobre las que nos volvemos a levantar para establecernos como seres
humanos enamorados, vitalmente completos, suficientes. De eso va Foodie love. Y es que, como he podido
leer en la llamada Trilogía de Jesús,
del genial J. M. Coetzee, “¿quién sabe cómo elegimos a quien amamos? Es un gran
misterio”.
No necesitas más.
[Se me olvidaba, la serie también es un dulcemente
salado evocador homenaje insaciable al placer que provoca la comida cuando la
comida es entendida como un acto de disfrute único, monumental.]
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