Michael Joseph Oakeshott fue un intelectual conservador cuyas reflexiones sobre la Historia tienen un valor descomunal.
[Este artículo viene de Comprender el pasadohistóricamente: la Historia según Oakeshott (II).]
Recapitulemos
¿Qué es el pasado histórico, ese pasado que es el que
le interesa a los historiadores?
“El pasado histórico no es un pasado que sobrevivió ni
pudo haber sobrevivido, sino un pasado inferido a partir del presente-pasado de
los vestigios sobrevivientes y es la
conclusión de una indagación histórica”.
Está además compuesto por hechos históricos, es decir,
acontecimientos y situaciones de otras épocas que no han perdurado y que se
interpretan en términos de otros acontecimientos y situaciones antecedentes
concebidas de manera semejante con los que guardan una relación significativa;
es decir, un hecho histórico “es
en sí una convergencia de hechos históricos interrelacionados
significativamente”. Una
indagación histórica es así “la tarea de inferir y ensamblar una serie de
hechos históricos interrelacionados como
respuesta a una pregunta sobre el pasado. Su objetivo es componer y comprender la naturaleza de los hechos
históricos ensamblando y organizando las series de hechos interrelacionados que
constituyen dicha naturaleza”. No explica un hecho ya comprendido, no
solamente.
Dado que un hecho histórico no es la acción de un
agente, no podemos comprender la naturaleza de sus antecedentes como si fueran
intenciones, motivaciones, razones o decisiones calculadas de un agente. ¿Qué clase de relación o de vínculo subsiste entre hechos
antecedentes y un hecho subsiguiente? Se trata de una “relación contingente”, una clase de relación que
es una “relación de proximidad y de contacto, una relación
inmediata; es una relación que se explica en términos de contigüidad
probatoria”; una relación en la que “los antecedentes no quedan absorbidos por
el hecho subsiguiente sino que siguen siendo posibles de interrelacionarse de
manera significativa con toda una variedad de hechos subsiguientes”.
Recapitulemos, II
Michael Oakeshott distinguía el pasado histórico del pasado práctico: si entendía al primero como aquello que los historiadores profesionales conservan de una manera desinteresada para estudiar cuanto ha ocurrido tal y como realmente fue y como un fin en sí mismo, al pasado práctico lo tenía por un depósito de memoria, ideales y ejemplos, por una sucesión de acontecimientos dignos de ser recordados e incluso repetidos.
Para Oakeshott, “la indagación histórica no
es un ejercicio explicativo ni un proyecto para resolver un problema: es una
tarea que consiste en inferir
el carácter de un hecho histórico,
en comprenderlo
discursivamente y en imaginarlo“.
Dicha indagación parte del presente-pasado de supervivencias y se va
sustentando en cada una de sus etapas sobre las pruebas circunstanciales que
invoca.
Así, cada
escrito histórico difiere mucho entre sí, según sea a) el grado de penetración en las pruebas
utilizadas, b) la calidad de la imaginación usada para “construir” el hecho
histórico y c) la desviación idiosincrática del historiador.
El cambio
histórico: la identidad y la continuidad
“La Historia es abstracta y condicional”. Tres son las condiciones de la Historia, tres los postulados del
pensamiento histórico: el pasado histórico, el hecho histórico y el cambio
histórico. Analizados los dos
primeros, veamos el tercero de los postulados con los ojos de
Oakeshott.
Las modalidades de cambio
Existen tres modalidades de cambio: el cambio
práctico, cuyo elemento distinguible es “inmune al cambio”; el cambio
teleológico, cuyo elemento distinguible es “un potencial que debe
concretarse”; y el cambio orgánico, cuya “identidad
invariable es una ley o normalidad que especifica el
carácter general de las diferencias y, a veces, el orden de los sucesos”.
Existe una forma de cambio orgánico llamada “cambio
evolutivo”: las modificaciones identificables no pueden
predecirse pero sí “que suceden la una a la otra de manera tal que esto no
puede venir antes de aquello”, es un cambio “de naturaleza
abierta”, sin teleología alguna, pero tampoco sirve para caracterizar el cambio
histórico, pues ninguna de estas modalidades es o explica el cambio histórico
por sí sola.
Recapitulemos, III
“El pasado histórico en tanto conclusión de una
indagación histórica es un ensamblaje de hechos históricos antecedentes (que
pueden no estar relacionados entre sí de manera significativa) en virtud de
aquello que aportan para comprender el carácter histórico de un hecho histórico
subsiguiente”.
¿Cuál es la relación o el modo de relación existente
entre esos antecedentes y el hecho subsiguiente si se quiere discernir el
carácter histórico de ese hecho subsiguiente?
“El pasado
histórico puede concebirse
como una sucesión de cambios
históricos”. Entonces, “¿qué
puede constituir una sucesión distinguible y significativa de cambios
históricos?”
La idea de cambio histórico
La idea de cambio
histórico ha de
cumplir dos condiciones: una es que “el pasado histórico deberá estar compuesto exclusivamente de
hechos históricos”, y la otra es
que “cada hecho histórico
deberá ser concebido como una diferencia reconocida en términos de la
diferencia que a su vez marcó en la constitución del carácter aún incomprendido
de un hecho subsiguiente, que también es una diferencia en sí mismo”. Por tanto, “la identidad que constituya una sucesión
de cambio histórico deberá ser en sí misma una diferencia o una conjunción de
diferencias, cada una de las cuales será también un hecho histórico”.
La relación entre hechos antecedentes y hecho
subsiguiente sabemos que ha de ser “de naturaleza contingente”. Y “la identidad
en términos de la cual una sucesión ensamblada de hechos históricos podrá
concebirse como una sucesión de cambios históricos no es otra que su
continuidad inherente”. Una continuidad que no es invariable ni de finalidad
perdurable ni establecerá ni será en sí misma leyes o normalidades del proceso
de cambio.
El puzle del pasado
En la indagación histórica, donde “el acto procede a
la reflexión”, ve Oakeshott dos características relacionadas con el cambio
histórico: una es la naturaleza
tentativa de los hechos históricos y la otra la condición de que la concepción histórica siempre está sujeta a prueba.
Ese “producto de la indagación y la imaginación
histórica no es como un
rompecabezas resuelto, en el que
debemos hacer que lo que está sobre la mesa corresponda con la imagen impresa
sobre la tapa de la caja. En este caso no hay una imagen previa ni hay tampoco
tales piezas con una forma delineada para seleccionarlas y ubicarlas en su
lugar predeterminado de a una por vez. Las piezas que tiene el historiador son
las que él mismo ha fabricado y que más bien se parecen a ecos ambiguos que
suben y bajan, se tocan entre sí y se modifican. Lo que compone el historiador
se asemeja a una melodía (que se puede llevar el viento) más que a una
estructura sólida y bien encastrada”.
Nuestro amado Oakeshott llega a unos límites poéticos
cuando quiere delimitar con claridad el objeto de estudio de la indagación
histórica:
“El
pasado histórico es una diferencia compuesta en su totalidad por otras
diferencias, interrelacionadas de manera contingente, que no guardan ninguna
afinidad conceptual: se trata de una continuidad de tensiones divergentes y heterogéneas”.
Una indagación histórica que surgió como modalidad de
indagación distintiva, y tuvo antecedentes significativos, “en un proceso de
redireccionamiento de cierta actividad inherente a la vida humana: la de recuperar el pasado para usarlo en el presente y prestar atención a aquello que pueda resultar
interesante o instructivo en lo que supuestamente nos dice para nuestras
circunstancias actuales”.
Pese a alcanzar logros importantes, “sigue siendo una
tarea un tanto incierta y confusa”. No ha logrado acabar con “esa otra concepción práctica del pasado, más antigua y atractiva”.
Y qué mejor colofón que lo que acaba por ser, lo que
fue para Oakeshott la Historia:
“La
indagación histórica es un invento de los historiadores”.
Lo que yo he
aprendido al leer Sobre la Historia…
La Historia de los historiadores no es exactamente la
historia de aquellos a quienes les gusta saber cosas del pasado. Si la una es
una indagación hecha a base de plantearse preguntas, la otra es la mera
acumulación de cachibaches, algo esto último que aparenta tener más utilidad
que el oficio del historiador, de tal manera que es obligación de éste
demostrar que su indagación tiene sentido, tiene un fin, tiene un objetivo
tendente a ayudar a la sociedad civil.
Michael
Oakeshott: Sobre la
Historia y otros ensayos [edición
original, recopilación póstuma, de 2001, primera edición en castellano de 2013
a cargo de Katz Editores]
Este artículo apareció el 28 de junio de 2017 en la revista digital Anatomía de la Historia que yo dirigí.
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