En la década de 1990, en las antípodas de la tecnificación: el grunge.
El sonido de grupos como Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden o Alice in Chain, ese aparente renacimiento casi último del viejo rock en tiempos modernos, “pretendía mantener la herencia del sonido underground compartiendo raíces con el punk y el heavy”. Reflexiona Javier María López Rodríguez, y yo con él, que pareciera “como si el rock quisiese conservar en todo momento una corriente sustentada sobre las esencias que nacieron de la guitarra de Chuck Berry, creando su inconfesado y particular mainstream basado en la tradición de figuras como Hendrix o estilos como el rock duro, buscando asentarse en lo genuino”.
Para Bob Stanley, “cuando el grunge se convirtió en una sensación mundial, un fenómeno adolescente con su vestimenta y su idioma particulares, muchos lo recibieron como si se tratase del primer estilo musical que abría una brecha en las murallas del rock clásico, con la ética y la actitud de 1977 como arietes; como si pudiese representar el futuro del rock. En realidad, representó su punto final”.
A Kurt Cobain
lo mató el hambre, / empiezas una elegía así, / con ese verso de mierda, / y ya
todo son ojos generacionales / hacia tu poesía suicida, / hacia lo que escribas
/ sobre la rabia y lo desgarbado. / A Kurt lo mató su muerte, / tampoco está
mal / decirles a los chiquillos aquellos / que ya casi envejecen a toda hostia
/ algo así para que te atiendan, / para que lean tiesos / lo que tienes que
decirles / de aquel rocanrol de seísmo, / de aquella suciedad inmaculada / con
la que el chico de Seattle / quiso adelantar al cadáver / de Hendrix / por la
derecha, / por la puta parte derecha / de la vida enardecida, / la del dolor y
las guitarras / rotas contra las tumbas.
Litio. Es divertido perder y
fingir. Mis amigos están en mi cabeza. Litio. Te juro que no tengo un
arma, no, no tengo un arma. Aprovecharé mientras me dejas secando (colgado).
Litio.
Nevermind, aquella obra maestra.
Nirvana, 1987-1994.
“Más vale quemado que apagado” // “es mejor arder que apagarse
lentamente”.
¿Por qué los
teléfonos de los videntes africanos siempre comunican?
No todos los
días se suicida Kurt Cobain con un arma cargada de desdicha.
Preguntas,
respuestas.
Démosle la
vuelta (se la doy): Los pinos nunca saben que los van a abatir.
¿Cuándo
escuchamos a un corazón destrozarse?
No todo son
preguntas. Procuramos evadir el sinsentido y nos inventamos realidades, países,
derechos, empresas, canciones, poemas…
Un poema no
sirve del todo para ordenar el desconcierto, pero es capaz de hacernos creer
que formamos parte del caos: ¿por qué los gorilas golpean a sus muertos?
Ninguna
extinción estuvo jamás entre los planes de Dios.
¿Podemos
tener fe en el pasado?
Lo
importante es no hacerse daño, lo demás es metafísica.
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