La escritora española Gloria Trinidad publicó en mayo de 2025 su primera novela con el título de Gallos de poca casta. No era su primer libro, ya había publicado poesía y teatro.
Lo digo pronto, su debut narrativo es excelente. Menuda grata sorpresa. Novela social, novela negra... Novela. Gallos de poca casta es novela, novela de mucho mérito. Uno de esos libros que vuelven a demostrar que la frasecita de la novela está muerta ya no se la traga nadie. Nadie que no viva de vender humos y de mirarse su ombligo posmoderno, premoderno, moderno, pagado de sí mismo, engañabobos. Lo dejo. Voy con Gallos de poca casta.
El ámbito de la novela es Madrid,
concretamente un área cuyo nombre yo desconocía. Dejo a Gloria Trinidad
explicarlo:
“La costa brava es una franja litoral
que se extiende entre la comarca de La Selva y la frontera con Francia. La
expresión se utiliza también para designar un conjunto de barrios del sur de
Madrid (Orcasitas, Villaverde, Puente de Vallecas, Usera) donde los índices de
delincuencia son superiores y la esperanza de vida inferior a la media de la
capital.
Salvador Cancino, Duros nombres de
nuestra geografía”
[…]
Soy firmemente partidario de mostrar
directamente la escritura de la que hablo cuando gloso, comento, reseño,
critico algún libro. Porque en esta novela —de la cual lo primero que me
maravilló fue la portentosa calidad de sus diálogos, su finura redonda y a la
vez con las aristas de las conversaciones reales— uno puede encontrase
con esto:
“Santos se preguntó por qué Garza se
habría hecho policía, con qué voluntad, con qué ilusión, con qué mimbres. Nunca
recordaba con precisión ningún caso ni ninguno de los nombres que estaban en
boca de la brigada, algunos desde hacía años. Le daba igual estar en la oficina
que patrullando, y se ocupaba con la misma abulia de cualquier tarea que le
encargasen. En una ocasión, había confesado que le traían sin cuidado la ley y
el orden, que no creía ni en ellos ni tampoco en lo contrario, el delito y la
anarquía. Que no creía, en general, en nada. El mundo, había dicho, estaba
podrido hasta la pulpa, la vida era un cáliz, un chiste de mal gusto, y lo
mejor que uno podía hacer era no mirar, no escuchar, hablar lo justo y esperar
a que todo pasara. Ni siquiera daba el pego físico. Llevaba unas gafas
fotocromáticas de cristales gruesos, producto de una miopía que se le había
desbocado al cumplir los cuarenta, y todo en él era redondo y, si no gordo,
carnoso: las manos, los carrillos, los labios, hasta el pelo rubicundo,
escarolado de racimos de uva como el de un baco”.
Sí, aquí hay personas. Aquí hay
personas que la autora convierte sin aparente esfuerzo en personajes literarios
de los que uno espera encontrar cuando lee esa mentira comprensible que es una
novela.
“Cruz va a la cocina. Está igual que
cuando sus padres dejaron la Ventilla y se trasladaron a vivir aquí, en la
frontera entre el Poblado dirigido y la meseta de Orcasitas. Igual que en los
setenta, con unos muebles de formica que se han ido venciendo con el paso de
los años de modo que parece que las paredes están un poco inclinadas, y una
cocina de gas de la que es imposible eliminar la grasa pegada en los hierros y
en las tapas de los quemadores”.
Personajes como Rachid el Sirio, porque aquí no hay
profesores de universidad, editores, grandes magnates o esos seres humanos tan
poco comunes que pueblan otras novelas (algunas buenísimas, claro):
“Rachid el Sirio era uno de esos
muchachos que abundaban en el barrio con el cuerpo nervioso y la impaciencia a
flor de piel. Llevaba unos pantalones de chándal negros que dejaban al
descubierto la mitad superior de unos calzoncillos de marca, unas zapatillas
también de marca y un reloj de oro con la esfera negra del tamaño de una
ciruela. Tenía la tez pálida y el cabello rojizo por el que sus colegas lo
habían bautizado el Churrito”.
Una novela ésta con su dosis de nihilismo y de
nihilismo antinihilista: “Para qué regodearse en esta basura de mundo que se
nos está quedando”.
Una novela donde se puede ver a alguien con “una
camiseta negra desgastada donde se adivinaba el perfil de Jimmy Page berreando
sobre un micrófono”. Jimmy Page berreando sobre un micrófono. Jimmy Page, el
guitarrista de Led Zeppelin. ¡Qué cosas! Una novela donde se menciona a Camilo
Sexto. ¡Camilo Sexto! Con equis. O donde quien narra nos habla de “la localidad
madrileña de Villaverde” (perteneciente al municipio de Madrid desde hace
décadas, más de siete). Una novela donde el anarcosindicalista español del
siglo XX Francisco Ascaso se convierte en Ascao. Una novela a la que se le
puede consentir tanto desliz (sin que el interés por su pericia literaria merme
un ápice).
Una novela cuya historia (impecable) transcurre en uno
de esos veranos asfixiantes madrileños (“el ruido de los patinetes aterrizando
en el tubo, el bochorno blanco de julio, el hedor de la basura pudriéndose en
los cubos, el revoloteo de las moscas copulando en el aire, eso era todo…”).
Una novela donde un personaje puede admitir que es
misógino, “pero dentro de un contexto general de misantropía”. Y otro (quizás
sea el mismo, ahora mismo no caigo) preguntarse/preguntarnos: “¿Cuándo vamos a
darnos cuenta de que hay que detener el progreso?”
Una novela sobre gallos de poca
casta.
“El gallo de casta, fino o de ley, es
aquel que, por muy malherido que esté, solo se dará por derrotado si es muerto
por su adversario. El gallo de poca casta, en cambio, aceptará el envite, pero
sacará el pañuelo blanco cuando se sepa vencido. Nació para pelear. Para pelear
sabiendo que perderá”.
Coincido, si no plenamente sí mucho, con el crítico literario Alberto Olmos cuando dijo (el 1 de junio de 2025 en El Confidencial) al comentar esta novela que “parece que una de las condiciones imprescindibles en España para hacer buena literatura es que nadie se dé cuenta y pasar desapercibido para los suplementos literarios, no digamos la televisión, no digamos la radio, no digamos los lectores”. Todo lo cual se puede aplicar a este espléndido debut de Gloria Trinidad en la narrativa.
“Especulamos aquí,
claro, porque nadie sabe el motivo por el cual Gallos de poca casta,
abrumadoramente superior al 99 % de las novelas que se publican en España un
mes cualquiera de un año cualquiera, ha acabado publicada en Al Revés, fuera
del hecho feliz de que en esta pequeña editorial catalana sepan leer libros; se
molesten al menos en leer los libros”.
Yo tampoco quiero que esta novela
pase desapercibida. Yo también quiero que la leas.
Este texto pertenece a mi artículo ‘El fulgurante debut narrativo de Gloria Trinidad’, publicado el 17 de junio de 2025 en Letras 21, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.
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