Ignacio Martínez de Pisón es del Zaragoza

El siglo del pensamiento mágico, del escritor español Ignacio Martínez de Pisón, es el tercer libro que leo de la colección ‘Hooligans ilustrados’ (tras el de Manuel Jabois sobre su madridismo titulado Grupo salvaje y el que Marta San Miguel dedicara a su Racing de Santander, Una forma de permanencia), publicada por la editorial Libros del K.O.


Martínez de Pisón es del Real Zaragoza (que “no es el equipo de Zaragoza sino de Aragón”). Y es el Real Zaragoza (que, “por historia, pertenece al primer grupo, el de los equipos grandes, aunque sus dimensiones no sean las del Madrid o el Barcelona”) el protagonista de este también breve libro.

 

“El primer estadio en el que vi un partido de fútbol fue el viejo Las Gaunas, que estaba muy cerca de mi colegio, el Santa Isabel. […] Vivíamos en Logroño pero éramos de Zaragoza. […] El Logroñés era un equipo de tercera y el Zaragoza un equipo de primera, así que no tenía por qué elegir entre ellos: en tercera era de un equipo y en primera del otro. […] Ese mismo verano mi padre fue destinado a Zaragoza. Nos mudamos a unos bloques recién construidos que estaban muy cerca del nuevo colegio y también del estadio de La Romareda. […] Y lo que no tenía que ocurrir ocurrió: mi equipo de tercera y mi equipo de primera eran ahora dos equipos de segunda”.

 


Para el autor de Derecho natural, “el Zaragoza es un equipo de primera aunque juegue en segunda”, hasta el punto de que “el Zaragoza seguiría siendo un equipo de primera aunque jugara en regional... El fútbol abole la lógica que rige en otros ámbitos de la realidad para instalarnos en el territorio del pensamiento mágico, y en ese territorio no vemos lo que vemos sino lo que necesitamos ver.”

El pensamiento mágico y el fútbol. Me pasa igual. Veo lo que necesito ver cuando veo a mis equipos de fútbol (el Real Madrid y las selecciones nacionales españolas). También coincido con el escritor aragonés en eso de que “si el fútbol te ha gustado de niño, es imposible que deje de gustarte para toda la vida”.

Por supuesto hay páginas en el libro dedicados a los popularísimos Cinco Magníficos que, “tantos años después, sigue siendo la única alineación que se recita de carrerilla, como las viejas poesías escolares: Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra”.

 

“Incluso los que no tuvimos ocasión de verles jugar les reconocemos esa naturaleza superior que sólo tienen los grandes héroes. Su juego era, al parecer, tan alegre y vistoso que provocaba oleadas de admiración en todos los estadios”.

 

Concluye Martínez de Pisón que “los Cinco Magníficos fueron el mito fundacional del Zaragoza, y todos los éxitos que se han conseguido o se consigan desde entonces son sólo un pálido reflejo de aquella grandeza originaria”.

Especialmente divertido es este chiste que podemos leer en El siglo del pensamiento mágico:

 

“Es un chiste cuyo protagonista sólo puede ser el Zaragoza, y no el Zaragoza de cualquier época sino uno determinado, el de los años noventa, el de Pardeza, Higuera y Cedrún. Cuentan que ese domingo les tocaba jugar en Pamplona y que, iniciado ya el partido, se adueñó de El Sadar una espesa niebla que impedía ver a más de un metro de distancia. El árbitro decidió suspender el partido, y los jugadores se fueron directamente a las duchas. Cuando el autobús zaragocista estaba ya a la altura de Tudela, alguien se dio cuenta de que faltaba el portero: ¿Dónde demonios está Cedrún? Volvieron a toda velocidad a Pamplona, que seguía envuelta en niebla, y se lo encontraron en la misma portería en que lo habían dejado, con la actitud concentrada y alerta del guardameta que se dispone a parar un penalti. ¡Eh, Cedrún, que se ha suspendido el partido!, le gritaron, y el vizcaíno, lanzando los guantes al suelo, exclamó: ¡Ya me parecía a mí que era mucho dominar!

 


Hablando de Pardeza, a quien dedica alguna página el autor: “era un oxímoron insuperable: el futbolista intelectual. ¿A quién puede extrañar que en algunos sectores de La Romareda se hubiera extendido la desdeñosa consigna del menos libros y más goles?”

Concluyo, concluye Martínez de Pisón, quien nos explica cuál es su actitud cada vez que va a comenzar uno de los partidos que decide presentar en el estadio zaragocista: “yo anticipo el sufrimiento para poder entregarme a él con la misma devoción con la que un hipocondríaco se entrega a sus funestas fantasías. Pero a veces ocurre que ese sufrimiento es cualquier cosa menos una fantasía”.

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