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Lo de Robe


El extremeño Roberto Iniesta Ojea nació casi exactamente un año antes que yo, él el 16 de mayo de 1962, yo el 30 de abril del año siguiente; él en Plasencia, yo en Madrid. A Roberto Iniesta Ojea casi nadie le conoce por ese nombre ni le llama así. A Roberto Iniesta Ojea casi todo el mundo le llama simplemente Robe. Robe Iniesta como mucho. Y cuando digo casi todo el mundo exagero, claro, pero no tanto. Sobre todo si hablamos de aquellos que todavía escuchamos eso tan antiguo que es la música rock. La primera vez que supe de él fue en un programa de televisión. Hace muchos años. Como ya de casi todo. Él cantaba una canción suya de las primeras titulada Extremaydura. Él era aquel día, el 19 de enero de 1990, como lo ha sido durante décadas, el líder del grupo roquero Extremoduro. Yo entonces tenía ya 26 años. Él 27. (El programa, de Televisión Española, era un programa musical que a mí me gustaba mucho verlo, se llamaba Plastic).

El caso es que ahora, a sus 61 años (a mis 60), Robe sigue grabando auténticas maravillas musicales plenamente encendidas con la madera de la música pop(ular) nacida con el rocanrol en las que brilla una poesía ordinariamente extraordinaria dentro de un acero al alcance de cualquiera. Joyas de lo que a veces llamamos cultura popular.

No fui yo nunca mucho de Extremoduro, de hecho, aunque su elepé de 1996, Agila, el sexto de la banda, me pareció un prodigio musical intenso y afilado, no me encandilaron los otros (pocos) que escuché no siempre con ahínco (si exceptúo el noveno de estudio, La ley innata, de 2008, también magnífico, como el de 2011, Material defectuoso, y quizás el que parece ser el último del grupo, Para todos los públicos, dos años posterior). Pero, eso sí, los suyos suyos, firmados como Robe simplemente, sí que me han ido conmoviendo y me han dejado siempre algo en el alma, especialmente desde Destrozares, canciones para el final de los tiempos, de 2016, el de “he llorado tanto, y he llorado tan adentro, he llorado tanto, tanto, que he apagado hasta el infierno”. Aunque quizás sea, ahora que lo pienso, que dejé de prestarle la debida atención a lo que grababa Robe con o sin Extremoduro durante demasiado tiempo. No sé.

 

DISCOGRAFÍA DE ROBE en solitario

Lo que aletea en nuestras cabezas (2015)

Destrozares, canciones para el final de los tiempos (2016)

Bienvenidos al temporal (2018)

Mayéutica (2021)

Se nos lleva el aire (2023)

 


De manera que, cuando llegamos a 2023, a ese imperialmente joven y adulto y sanguíneo y reconfortante y exhaustivo álbum que es Se nos lleva el aire (publicado casi cuando se acababa el año, lo que hizo que en muchas de esas listas que parecen hechas ya en noviembre no apareciera semejante obra de arte) lo consideré lo mejor del año musicalmente hablando, con seguridad lo mejor que escuché, y escuché mucho, cantado en español o grabado en España. Es el cuarto suyo en solitario, el quinto si añadimos su elepé en directo de 2018.

El elepé fue producido por Álvaro Rodríguez Barroso, quien además toca el piano, todas las canciones, las diez, fueron compuestas por Robe y son cantadas por él, que también toca la guitarra, en tanto que David Lerman hizo sonar el bajo, Woody Amores la guitarra, Alber Fuentes la batería, Carlitos Pérez el violín y Lorenzo González acompañó con su voz los de los temas. Ninguno de los participantes en la grabación, salvo el propio Robe, formó parte nunca de Extremoduro. Todos ellos son extremeños. (La gira de 2024 de Robe y los suyos se llama ‘Ni santos ni inocentes’, remedando el libro de Delibes y la película de Camus, que transcurren en la tierra de este genio disparatado y cabal).


 

          “Noto que algo me falta hoy para ser

Que me falta hoy para estar

Y como si me faltara peso

Consciente de mi volatilidad

Me he empezado a disipar

Y ya solo espero tu regreso”.

[de El hombre pájaro]

 

“Me he vuelto a desorientar

Por favor, si supieras

Dime, la felicidad

Dónde queda”.

[de Viajando por el interior]

 

          No puedo perder nada

Que vengo de la nada

Y solo vivo provisionalmente

No puedo caer más bajo

Que vengo del fracaso

Y acaso ser solo un superviviente

Siempre le pregunto a la razón

Y me contesta que tal vez

Que se lo está pensando

Voy a preguntarle al corazón

Que se tiene que marchar

Me lo están arrancando”.

[de Nada que perder]



 “Mira, a veces cuando me alborota el aire

Me crezco y parezco que baile

Y a veces si tropiezo y no me caigo

Me crezco y parezco que bailo”.

[de A la orilla del río]

 

“Tal vez si pudiera hablarte

De si fuera cierto

Que el poder del arte

Bien nos pudiera salvar

 

De una vida inerte

De una vida triste

De una mala muerte

Bien nos pudiera salvar”.

[de El poder del arte]

 

“Ojalá levante esta niebla tan espesa

Que ni ver no nos deja

Ojalá reviente el mundo y sus constantes

Para que todo cambie

Ojalá levante, la niebla no nos deja

Ver a los de enfrente

Ojalá reviente el mundo y sus constantes

Para que todo cambie”.

[de Haz que tiemble el suelo]

 

“Recuérdame de qué está hecha la vida

Que a veces se me olvida la razón

Y alégrame esta amarga despedida

Recuérdame de qué está hecho el amor”.

[de Puntos suspensivos]

 

“Ni tú, ni yo

Amor, aquí ya no nos queda nada, ¡vámonos!

Ni tú, ni yo

Del mundo no nos interesa nada, ¡nada!”

[de Ininteligible]


 


“Mirar al mar, que va

Lo tengo pendiente

Seguir adelante sin ti

Ni respirar, que va

Perdí de repente

Las ganas del aire sin ti”.

[de Adiós, cielo azul, llegó la tormenta]

 

“Vamos a morir luchando

(No me jodas, no me jodas)

Vaya día me estás dando

(No me jodas, no me jodas)

Y ahora que hace Sol

Pienso aprovechar

Para solearme las pelotas

Y ahora que hace Sol

Pienso aprovechar

Para solearme las pelotas”.

[de Esto no está pasando]

Comentarios

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