Microrrelatos musicales (sexta entrega)

ese silencio entre un silencio y algún silencio, ese silencio singular tan distinguible al que llamamos música

 

ese sonido avanza a través del silencio con criterios de música

 

hay un par de guitarras eléctricas apoyadas en aquella pared, ve y desconéctalas, no vaya a ser que vuelvan a sonar, por favor, no quisiera que me despertaran otra vez

 

Sinatra canta con un cigarrillo en una mano y nuestra vida en la otra

 

Joe Strummer, escribes Joe Strummer y ya

 

el otro día fue Schubert… hoy Schumann

 

moría Lucio Battisti cuando descolgabas el teléfono para limpiarlo por última vez

 

salen al escenario los Jacksons que ya no son five porque son sólo cinco: los Cinco Jackson

 hay un boquete en el muro por donde están entrando todas las músicas, incontenibles

 

tamborileas con los dedos sin darte cuenta y quieres hacer sonar la canción de Manolo Escobar que creías haber olvidado

 

oímos desde aquí las malditas guitarras oxidadas que repelen las paredes y hacen que el suelo las odie en su temblor de losa

 

hoy nos ha dado a todos por Schubert

 

Slowdive está vertiendo ese ácido suyo que huela a pradera conectada al sonido del mundo

 

el actor tiene una calavera en la mano y una capita de fieltro roja sobre sus hombros famélicos y vestidos de un traje azul impecable y recita unas palabras que en realidad acaban por ser la letra de una de sus canciones porque el autor es Bowie y está en un teatro cantando esa música suya de cuando era el rey del mundo y casi nadie lo sabía

 

nieva en abril y en Múnich y sobre la tumba de Prince y sobre los tejados de los muertos de Huston

 

las teclas del piano huelen a sangre

 

Roberto Carlos cantaba en un brasileiro perfecto las canciones en español

 

un viaje, un viaje maravilloso, un viaje místico, un viaje mágico, misterioso, un viaje mágico y misterioso, un viaje a través de las canciones de The Beatles, un viaje que cambió el mundo para dejarlo como estaba pero sonriendo

 

una sinfonía de auténtica mierda es lo que está vertiendo ahora mismo ese volquete orquestal al que llaman Akelarre