Alejandro Lerroux, puro siglo XX español


Tres veces presidente del Gobierno durante la 
Segunda República, en varias ocasiones ministro; fundador del Partido Republicano Radical (más conocido como Partido Radical, a secas), Lerroux es sin lugar a dudas uno de los principales protagonistas de la historia española de la primera mitad del siglo XX.

Alejandro Lerroux García (La Rambla, Córdoba, 4 de marzo de 1864-Madrid, 27 de junio de 1949) vivió una juventud un tanto turbulenta, incluso fue declarado prófugo tras ser destinado al norte de África, e indultado con motivo del nacimiento del futuro Alfonso XIII, en 1886.

Con 26 años se integró en el Partido Progresista Democrático, encabezado por el dirigente republicano Manuel Ruiz Zorrilla. Fue también 1890 el año en que comenzó su carrera periodística, y lo hizo en el republicano El País.

Siete años más tarde, fundó el primero de sus periódicos, El Progreso (luego vendrán otros que también dirigirá como La PublicidadEl Intransigente o El Radical) y su fama como antimonárquico y anticlerical visceral, y demagogo, iba creciendo y de hecho le había valido incluso la cárcel en varias ocasiones, en 1888 y 1889.


Como miembro de una lista republicana para Barcelona, resultó elegido en 1901 diputado por vez primera. Se unió a Nicolás Salmerón en la fundación de Unión Republicana en 1903, formación con la que repitió escaño ese año y en 1905.

En 1907 hubo de huir brevemente a Francia, y un año después a Argentina, tras ser condenado a prisión por uno de sus artículos en El País, del que era director. Entre tanto, encabezó una escisión de Unión Republicana y en 1908 fundó el Partido Republicano Radical, habitualmente conocido como Partido Radical, una formación populista, más que radical, y sobre todo anticlerical.

No se encontraba en España cuando ocurrieron los hechos de julio de 1909 conocidos como la Semana Trágica, de los que fue considerado por algunos instigador aunque no recayera sobre él condena alguna. Ya en territorio español, consiguió en 1910 ser elegido de nuevo diputado al formar parte de la Conjunción Republicano Socialista, coalición de la que fue expulsado al año siguiente acusado de favorecer la corrupción en el Ayuntamiento barcelonés.

Cada vez más anticatalanista y cada vez menos cercano al mundo político del obrerismo, participó desde la oposición en los momentos más críticos de la Restauración, incluida la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930). En el año 29, vio cómo su partido se escindía al crear Marcelino Domingo el Partido Republicano Radical-Socialista.

Pero el desplome de la monarquía alfonsina devolverá a Lerroux al primer plano. Así, en agosto de 1930 será uno de los firmantes del Pacto de San Sebastián, el acuerdo del que saldría el comité revolucionario que permitiría instaurar por segunda vez en España la república como forma de gobierno, en abril de 1931.

Estar tan bien situado en aquel momento le valió formar parte de los dos primeros gobiernos provisionales de la Segunda República (presididos por Niceto Alcalá Zamora y por Manuel Azaña, respectivamente), como ministro de Estado, desde abril hasta diciembre de 1931.

Demagógico, incongruente ideológicamente, populista, ya lo hemos dicho, Lerroux se alejó de las que serán auténticas e insuficientes bases esenciales del nuevo régimen, el socialismo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el azañismo. De hecho, cuando la crisis del primer bienio se cejó en Azaña, le sucedió al frente del Gobierno entre septiembre y octubre de 1933.

Volvió a presidir un ejecutivo desde diciembre de ese 33 hasta abril del 34 y un tercero y último de octubre de ese año a septiembre de 1935 (donde ejerció temporalmente como ministro de la Guerra, asimismo, y durante el cual se produjo la Revolución de Octubre), en pleno bienio rectificador (negro para algunos), contrario al reformismo azañista-socialista de primera hora.

Lerroux gobernaba aunque la mayoría en las Cortes la tenía su socia, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), muestra de su conservadurismo tan en las antípodas de su estreno juvenil en política.

A partir de septiembre de 1935 ocupó por última vez un cargo ministerial (regresó al Ministerio de Estado), en el Gobierno presidido por Joaquín Chapaprieta. Su desprestigio casi absoluto se produjo a partir de ese mismo mes, a raíz de un escándalo mayúsculo, un caso de corrupción al que se conoce como estraperlo (concesiones fraudulentas de ruletas trucadas a varios casinos) y que junto a otros de similar porte le llevaron a dimitir en octubre de ese año 35 como ministro.


Implicado en numerosos asuntos turbios tanto el Partido Radical como el propio Lerroux, en las elecciones de febrero de 1936, ganadas por el Frente Popular, su formación no logró más que cinco exiguos diputados y él no pudo repetir la obtención de escaño que sí alcanzara en 1931 y en 1933.


Cuando comenzó en julio de 1936 la Guerra Civil, se exilió a Portugal, favoreciendo la causa de los sublevados. Regresó a España once años más tarde, y falleció en 1949 en Madrid. De 1945 es su autobiografía La pequeña historia y póstuma, de 1963, Mis memorias.

[ESTE ARTÍCULO mío fue publicado en ANATOMÍA DE LA HISTORIA  el 8 de julio 2013]

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