A la república desde Guipúzcoa: el Pacto de San Sebastián


En agosto del año 1930, el domingo día 17, se produjo un acuerdo de decisiva importancia entre los grupos políticos decididos a poner fin al reinado de Alfonso XIII. Esa culminación de un azaroso proceso de acercamiento entre los más decididos republicanos españoles tuvo lugar en una hermosa ciudad bañada por el mar Cantábrico, la vasca San Sebastián, la capital de la provincia de Guipúzcoa. Y aquel pacto es conocido, como no podía ser menos, con el nombre de Pacto de San Sebastián.
Tras la caída del general y dictador Miguel Primo de Rivera a principios de ese año, los esfuerzos por la concertación de las fuerzas antimonárquicas se habían concretado en el mes de mayo con el acuerdo entre la Alianza Republicana de Manuel Azaña (que encabezaba ésta en tanto que jefe de Acción Republicana) y el Partido Republicano Radical Socialista de Marcelino Domingo. Un acuerdo previo necesario que sirvió de alguna manera de antesala al del verano guipuzcoano.
La reunión del 17 de agosto comenzó en el hotel Londres pero se decidió continuarla ya por la tarde en el Casino Republicano, cuyo presidente era Fernando Sasiaín, quien actuará de anfitrión. En ella participaron los principales representantes de las distintas tendencias republicanas, los mencionados Azaña y Domingo, por supuesto, pero también por la Alianza Republicana liderada por el primero acudió el jefe del Partido Republicano Radical, Alejandro Lerroux, así como junto al segundo participaron en aquella jornada los radical-socialistas Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza. Por la Derecha Liberal Republicana intervinieron sus cabezas más visibles, Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura, en tanto que sin representarse más que a sí mismos allí estuvieron también el socialista Indalecio Prieto, Felipe Sánchez-Román y Eduardo Ortega y Gasset. La delegación de los nacionalistas republicanos catalanes la formaron Manuel Carrasco Formiguera, de Acció Catalana; Macià Mallol i Bosch, de Acció Republicana de Catalunya; y Jaume Aiguadé, de Estat Catalá. El otro asistente fue el galleguista Santiago Casares Quiroga, que acudió en representación de la Federación Republicana Gallega.
Dado que lo acordado no fue recogido en texto alguno que pueda mostrar a las claras el contenido del pacto, es imposible establecer con exactitud el alcance de aquellas negociaciones a favor del establecimiento de la república en España. Eso no quiere decir que no se llegara a un explícito acuerdo entre los asistentes para lograr el objetivo final de constituir una república por medio de una insurrección antimonárquica que, además, reconociera las reivindicaciones autonómicas de los catalanistas presentes en el cónclave.
De San Sebastián salió la decisión de crear un comité ejecutivo revolucionario que, presidido por Alcalá-Zamora, incluiría de entre los presentes en aquella reunión de finales de agosto a Lerroux, Prieto y Martínez Barrio. Un comité que habría de dirigir el movimiento revolucionario para el que además necesitaría de la implicación explícita de las organizaciones obreras, tanto socialistas como anarcosindicalistas, y la de cuantos militares se declararan antimonárquicos.
Aunque la precipitación y la falta de coordinación final darían al traste con la insurrección republicana de finales de ese año 30, la Segunda República acabaría proclamándose al año siguiente, el 14 de abril.

[Este texto apareció por vez primera publicado en la revista digital Al Poniente, el 8 de junio de 2014]

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