Javier Pérez Andújar, un snob de barrio en el año del Búfalo
Es exactamente cuando nada tiene sentido cuando todo empieza a tenerlo. Estas son las cosas que se me ocurren cada vez que leo algunas novelas, como la que ha publicado recientemente, a finales del Segundo Año de la Gran Pandemia, 2021, el gran escritor Javier Pérez Andújar, titulada El año del Búfalo. ¿He dicho novelas?
Me valgo de la Wikipedia, de
la que el propio autor se vale en este libro suyo que gloso, para escribir que
es esta su séptima novela. ¿He vuelto a decir novela? Yo de él ya había leído,
con mucho gozo, con gran disfrute y aprovechamiento, dos de las suyas anteriores,
la cuarta (aparecida en 2014 y titulada Catalanes todos) y la inmediatamente
anterior a El año del Búfalo, la sexta (publicada en 2019, la
espléndida, bueno espléndidas son las tres, La noche fenomenal). Te adelanto que sale mucho en mi blog/revista
Javier. Javier, que es
algo más joven que yo, no mucho (nació en 1965), y es quizás el
escritor más culto que conozco. Uso la palabra culto en su máxima expresión.
No sé si me entiendes.
“Pongamos que estamos en 1973, año del Búfalo para los
chinos; pero no para los búfalos. Los trabajadores llevan bolsas con el emblema
de los Juegos Olímpicos de Múnich del año pasado. Corre por una parte del mundo
el año 1973 y, sin embargo, en España sigue siendo 1939. En España siempre ha
sido 1939, y si no 1492. Lo de 1992 fue un espejismo. Se lleva lo retro, y esta
vez la moda regresa al 73. Pero el día menos pensado nos dicen que aquí vuelve
a ser 1939 y que Hitler ha vuelto a invadir Polonia. Por eso Ugo, Basilitz,
Tatos y yo nos hemos encerrado en este garaje, que era la casa de los padres de
Tatos”.
El caso es que… con El
año del Búfalo, Javier Pérez Andújar lo ha vuelto a hacer. Encandilarme.
¡Qué tío, qué pedazo de literato! ¡Y haciéndole reír a uno, ahí queda eso!
[…]
¡Cuánto se aprende leyendo a
Pérez Andújar! Uno creería que leyera a un deslenguado y populachero cuentista
de medio pelo y uno sería un evidente y redomado imbécil inculto y despistado
letraherido o un simplicísimo soldado de la estulticia de los que no saben leer
leyendo. En sus novelas, en esta (¿es esta una novela?), el protagonista, el
narrador, suelta delicias analíticas como esta que sigue:
“La industrialización acabó con la cultura. Ahora
sólo hay conocimientos, pero luego nadie sabe nada”.
¿No te digo? Y encima, en el
libro pasan cosas. Y esas cosas son y a la vez no son cosas que da igual que
ocurran. No te equivocas si te pones a leer una novela del autor de El año
del Búfalo, créeme.
“Cuando en lengua castellana no se sabe de dónde viene
una palabra, se dice que es de origen prerromano, igual que cuando los médicos no
saben qué te pasa dicen que es un virus”.
El libro está trufado de lo
que en él se llaman psicofonías (qué son esas psicofonías se nos
explica al final, así que ni pío: yo no destripo), una de ellas, la 40, para
que nos hagamos una idea del horror de la historia política de la segunda mitad
del siglo XX (que también lo hubo, y a mansalva) reza así (lo de reza es
un decir):
“Entre 1965 y 1973, el pueblo chagosiano (los
pobladores originales del archipiélago de Chagos, en el océano Índico) fue
deportado al completo y de manera secreta por el gobierno colonial británico a
bordo de barcos de carga con destino a las islas Mauricio y Seychelles,
mientras en la isla de Diego García (perteneciente a Chagos) Estados Unidos
construía una gigantesca base aeronaval”.
¿Lo sabías? ¿Te acordabas?
Pues así que fue. Sigo.
[…]
“Este libro (no hay manera
de llamarlo novela)” está repleto de reflexiones magníficas sobre España y
los españoles, sobre la libertad, sobre la Historia como disciplina para
conocer el pasado, sobre la comprensión del mundo a la que llegan los
letraheridos (sic), sobre tantasss y tantas cosasss (que diría Julio
Iglesias: quien, lo digo ya, en el libro no sale)…
¿“Lo que no es
tradición es traición”?
Y ya está.
Bueno. Ya está, no. Que como
no me quedaba a gusto con tanto ¿novela? por aquí y ¿novela? por
allá, pues que pensé en preguntarle directamente a Javier Pérez Andújar. Me
dije, ‘¿por qué no se lo preguntas a él?’ ‘El qué’, me respondí. Sin
interrogaciones. Así soy yo. A lo que me volví a decir: ‘que por qué no le
preguntas a él qué diantres es El año del Búfalo, porque una novela no
es’. Y Pérez Andújar fue y me dijo que “todo lo que se escribe es novela
mientras no se demuestre lo contrario. Lo mismo que se decía que español es
quien no puede ser otra cosa, novela es lo que no puede ser otra cosa. Si no es
ensayo y no es poesía y no es la tabla de multiplicar, es novela”.
Seguimos charlando un rato,
Javier y yo, y surgió, de mí, surgió de mí, otra preguntita. ¿Pues no voy y le
digo que qué es lo que hacemos con la memoria? Él y yo no, en general. Los
españoles, por ejemplo. Javier parecía ponerse serio (en serio) cuando le
escuchaba decirme eso de que “un español no tiene memoria histórica, tiene
memoria atávica. No se acuerda de lo que le pasó el otro día, se acuerda de lo
que les ha pasado a los españoles siempre. Por eso más que un país con historia
somos un país con atavismos”.
Total, que han sido dos
placeres, leer su El año del Búfalo y charlar con él. Gracias, Javier.
Gracias por ser ese snob de barrio que tan bien dices que eres.
Este texto pertenece a mi artículo ‘La cultura según Javier Pérez Andújar: El año del Búfalo’, publicado el 27 de enero de 2022 en Nueva Tribuna, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.
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