¿Qué hay que aprender hoy? / Los conocimientos y las destrezas (POR Axel Rivas)


En un mundo cambiante, incierto, desigual y acelerado por la tecnología, es necesario redefinir los aprendizajes prioritarios: ¿qué hay que aprender hoy de cara al futuro para adaptarnos y transformarlo a la vez?

Para definir un mapa de un territorio abundantemente graficado, se partirá aquí de un esquema elaborado por el Center for Curriculum Redesign (2015), centrado en cuatro dimensiones del aprendizaje:
-        Los conocimientos clásicos y emergentes.
o   Lengua
o   Matemáticas
o   Ciencias
o   Artes
o   Ciudadanía global
o   Alfabetización digital
o   Género
o   Desarrollo sostenible

Lo que deberían hacer las disciplinas en el sistema escolar (a veces lo consiguen y muchas veces no) es crear un modo de pensar, un cierto tipo de lenguaje que permita descifrar al mundo y actuar en él. La multiplicación de los modos de entender el mundo es parte de una visión cosmopolita del saber: no convendría asumir demasiado temprano que las tendencias de los estudiantes deben llevar a especializaciones que dejan de lado los dominios fundamentales de los grandes campos de pensamiento.

-        Las destrezas o habilidades que permiten poner en uso los conocimientos
o   Creatividad
o   Pensamiento crítico
o   Colaboración
o   Comunicación

Se utiliza aquí el concepto de destrezas para diferenciarlo de competencias o habilidades, que tienen una raíz común y en muchos casos se utilizan como sinónimos. David Perkins indica que las destrezas requieren habilidades, pero también sentimientos y motivos. Las destrezas son inclinaciones formadas para actuar en el mundo, modos de pensar en marcos de trabajo, habilidades insertas en esquemas de comprensión (Perkins 2016).

Un trabajo de Santillana (21 habilidades 21, Magro 2017) permite mapear de manera más amplia un set de 21 habilidades del siglo XXI: flexibilidad y adaptabilidad; autoconocimiento, autoconcepto y gestión de las emociones; optimismo realista; automotivación, energía y autonomía; resiliencia; comunicación positiva y eficaz; escucha activa y capacidad de diálogo; ciudadanía digital y conciencia cultural y social; empatía; asertividad; curiosidad e imaginación; gestión de la información; pensamiento analítico y capacidad de anticipación; pensamiento crítico; colaboración; creatividad; toma de decisiones; iniciativa y espíritu emprendedor; liderazgo y trabajo en equipo; aplicar y crear tecnología; resolución de problemas.

En fin, el mundo que viene demanda construir capacidades en los sujetos, no solamente conocimientos alojados en los ríos de su memoria.

-        Los rasgos de carácter o personalidad que manifiestan formas de ser y el compromiso con el mundo.
Fortaleza interior
Capacidad de diálogo
Iniciativa
Flexibilidad

Van más allá de las destrezas específicas e implican un mayor nivel de autoconocimiento y trabajo con uno mismo: forman parte del despliegue de las habilidades socioemocionales, que aparecen en el centro del debate educativo actual.

Se trata, en definitiva, de las pedagogías de la subjetividad, tan necesarias como peligrosas.

-        La metacognición o la capacidad de aprender a aprender.
o   Aprender a aprender
o   Valorar qué aprender
La cuarta dimensión del esquema propuesto atraviesa a todas las demás y refiere a la metacognición. En esta esfera se envuelve la pregunta sobre el propio proceso de aprendizaje: ¿Cómo aprendo? ¿Qué me gusta aprender y por qué? ¿Qué no me gusta o me cuesta aprender y cómo puedo hacer para modificar mi aproximación a ese campo de conocimientos? ¿Cómo uso lo que aprendo, cómo lo comparto, qué efectos produce en mí? Las habilidades referidas a la metacognición también se enseñan y aprenden de manera sistemática y deben ingresar transversalmente a dialogar con el currículo.

La capacidad de aprender a aprender será cada vez más importante para una vida más incierta, más larga y más atravesada por los cambios. Las personas necesitarán aprender a hacer pequeñas cosas, como nos pueden enseñar los tutoriales casi infinitos que cuelgan en la web, pero sobre todo aprender a desarrollar procesos cognitivos complejos como la habilidad de transformarse para cambiar de trabajo y dedicarse a algo distinto.

Nada dará más fuerzas para asumir la carga de este proceso que desarrollar desde edades muy tempranas el amor por el conocimiento. Hay que construir la montaña en la cual ascender vale la pena, porque sin dudas requerirá mucho esfuerzo. Descubrir el conocimiento como un paraíso perdido es quizás la meta más profunda que una escuela pueda proponer a sus estudiantes.

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