¿Es conmovedora la película La ballena o es un simple truco manipulador?

El noveno largometraje dirigido por el cineasta estadounidense Darren Aronofsky fue estrenado en 2022 con el título de La ballena (el original: The Whale) y no llega a durar dos horas de medidísimo cine, algo que yo no podía esperar después de haber sufrido su película anterior, la desmedida ¡Madre!


No me extraña que el crítico cinematográfico Luis Martínez escribiera en El Mundo que, en este filme, “Aronofsky abandona el gesto provocador para ofrecer una fábula sobre la autodestrucción extremadamente calculada”. Aunque no coincido con él cuando le leo eso de que “lo que queda es una película correcta, emotiva, agradable... Y ya”. Soy más de la opinión de que La ballena “ofrece a los espectadores uno de los retratos más descarnados e incómodos de la soledad, la obesidad y el derrumbe que se recuerden, con emoción y arte, con verdad, sin condescendencia”, tal y como se expresó Tommaso Koch en El País”.


Aronofsky dirige con alma cinematográfica lo que en su origen es una obra teatral de 2012, de igual título, escrita por el estadounidense Samuel D. Hunter, autor asimismo del guion de la película, fotografiada por Matthew Libatique y protagonizada por un espléndido Brendan Fraser (ganador del Oscar al Mejor actor), muy bien secundado por Sadie Sink, Hong Chau, Ty Simpkins y Samantha Morton.

La ballena (“un filme conmovedor, áspero, a veces incómodo y finalmente humanista”, según el crítico de eldiario.es Javier Zurro) sería para FilmAffinity la número 9 de las Mejores películas del año 2022.

Pero, ojo, que se puede considerar que esta película “es un escaparate de los impulsos más manipuladores de su director: no es más que un ejercicio de miserabilismo disfrazado de oda humanista”, como dictaminara Nando Salvá para El Periódico.

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