ceronoventayuno 091 cero noventa y uno
Ceronoventayuno no es el número de la poli, es el número de mi piel: es el nombre de la poesía del rock, un asunto entre las horas y yo.
Son las canciones de mis años, un arrebato musical desde el
cerebro, pulsado eso sí con el corazón, con los huesos y los músculos.
Es el acelerado reposo de mil versos, una poderosa sentencia de
vida, es tararear la vigencia de lo joven, del romanticismo secreto de los
pétalos.
Es el olvido presencial de las penas, un aullido de más de cien
lobos, el baile de la estrangulada desesperación.
091. Hubo una vez una banda de rocanrol que ahora ha vuelto, por
cierto. Auténtica poesía de nuestro tiempo, el vendaval necesario y sincero, la
lunática expresión de mi generación, delicada emoción y fuerza. La clase de música
indispensable para llevarse al cielo si nos toca.
Un camino equivocado, seguramente, como en la canción de 091, un
camino equivocado que seguiré sin dudarlo porque hay algo en mi alma
desencajada que me dicta seguirlo, algo que alimenta mis noches con un salmo, con
un estertor hambriento llamado esteseráelúltimo.
"En
el aspecto cultural, yo creo que el rock es un arma cargada de pasado, y en el
sociológico. […]"
José
Ignacio Lapido (septiembre de 2018, entrevistado por Alberto Gamazo para Jot
Down)
091, a quienes yo vi en una sala madrileña (de cuyo nombre no
consigo acordarme) descargar su rocanrol humano una noche de los años 90.
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