Érase una España de homo antecessors , una España sin españoles, sin topónimos, érase una España en minúscula, crepuscular, microscópica e insignificante, una España de cuando todo era pasado, una España de cuyo nombre no puedo acordarme. Érase una España muy de pandereta, de guitarra española, de jotas y muñeiras y de flamenco, mucho flamenco, agitanada y agigantada, una España de Austrias, una España siempre en guerra, a veces, muchas, consigo misma, una España que no podíamos adivinar ni en Ampurias ni en Cádiz ni en Atapuerca ni en Medina del Campo, una España de Caballé y Mercury a grito pelado, manteniendo el tipo antes del proceso procesal de los procesados. Érase una España capaz de prohibir dos veces, dos, a Serrat, una España cuyos dueños aún no han superado el síndrome de Estocolmo, una España de arrebato y sosiego , una España que fue, es y es y fue, una España en la ONU y en la UE y en la OTI, una España diseminada e inseminada. Érase una España a una nariz pegada, la...
Tengo siete libros publicados, también escribo mi segunda novela. Me gusta (mucho) Nacho Vegas, Jonathan Coe, Rodrigo Sorogoyen, MARGA y reírme. Dijeron que era un agitador cultural, pero lo que prefiero ver escrito sobre mí es eso, que soy un escritor. Ibáñez escribe.