- Íbamo aquí lo
amiguete y yo…
- ¿Qué canta
usted?
- No sé, lo
tengo aquí, en el cerebro, desde hace unos días. Y sólo me viene una palabra a
la cabeza. No, una palabra no, un número… 1.975.
- ¿1.975 o
1975?
[El que hace la
última pregunta la hace con una habilidad pasmosa que no puedo reproducir aquí,
pero me queda claro que le inquiere al otro sobre si la cifra es una cantidad o
un año. Así son las cosas en el mundo de la fantasía.]
- No sabría
decirle.
- Ya hace
calor.
- Sí.
- Y mira que tarda
el autobús. Su cara me suena.
- He salido
mucho en los periódicos estos días. La suya a mí también. De hecho… ¿no es
usted xghyssdcc?
[No le
entendemos, yo por lo menos, pero parece haber dicho un apellido vasco.
Aparategui, o algo así.]
- En efecto, ¿y
usted no salía en la tele hace unos años por las mañanas?
- Y dale. Sí,
yo salía en la tele por las mañanas. Pero también he sido ministro. Estos días.
No debí decir aquello de que no me gusta el deporte porque no me gusta pero
decirlo no fue una buena cosa. ¿Usted fue portero antes de eso que es ahora, verdad?
- ¿Dijo usted
eso? Yo es que acabo de venir de Rusia y he estado un poco al margen de todo.
Menos de lo mío. Fui portero. Mucho. Su nombre de usted es…
- XXXXiiaàmm.
[No sé qué pasa
en esta realidad irreal plena de desfachatez que no hay forma de entender los
nombres de nadie.]
- Encantado.
Ahí viene el autobús.
- Yo cojo el
45. Hasta otra.
- Desmadre 75.
- No, el 45.
- La canción
esa, que era de Desmadre 75. De cuando se murió Franco.
- ¿Qué Franco?
[Y el uno se
sube a su autobús y el otro se queda pensando en lo que se queda uno pensando
cuando se pone a pensar para hacer pasar el tiempo. Lo más curioso de todo esto
es que hay evidencias gráficas de que los dos se conocían, el portero y el de
la tele. ¿Cómo es posible que ahora no se reconozcan el uno al otro? La
fantasía, esa irrealidad verosímil que a veces parece increíble.]
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