Escribir, leer... Aramburu

El lector Aramburu ha escrito en su Autorretrato sin mí un elogio a la literatura, a lo que ésta tiene de escritura y de lectura, él que es un escritor y por tanto un lector. Un gran escritor, un gran lector, que nos susurra lo que es para él leer:
“En los vocablos ordenados con mayor o menor pericia por un hombre a quien ni siquiera conozco personalmente, por una mujer que quizá ya no vive, busco porciones de profundidad que procuren espacios nuevos a mi defectuoso entendimiento. Busco un poco de música verbal que me consuele y emocione. Busco, en fin, aquellas invenciones curiosas, intensas, divertidas, dramáticas, que, ideadas por un escritor de genio y revividas por un lector atento, continúan significando en unas páginas”.
Un gran escritor que nos susurra lo que es para él escribir:
“Nombré con las caedizas y frágiles palabras tantas cosas que ignoran que las nombro. En una prisión de palabras concebí el empeño, tal vez cumplido y por supuesto fatuo, de ser libre. No he sido nada del otro mundo, un simple hombre atareado en juntar signos frente a la noche”.
No podía faltar en un autorretrato del autor de Patria una visita al doloroso pasado de la tierra donde nació. No podía faltar la ignominiosa presencia del terrorismo nacionalista vasco:
“¿Por qué le han disparado? Es que no era exactamente un hombre. A ver si nos entendemos. Era un objetivo, una legaña molesta en el ojo de una utopía”.



Este texto pertenece a mi artículo titulado 'El escritor Aramburu ha retratado al ciudadano Fernando', publicado el 18 de junio de 2018 en Nueva Tribuna, que puedes leer en ESTE ENLACE.

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