Stephen King y la veracidad. La Historia y la verosimilitud


Dice el narrador estadounidense
Stephen King que existe un "contrato tácito entre el lector y el escritor: la promesa de que expresarás verazmente los actos y palabras de tus semejantes por el canal de una historia inventada."


Se refiere en realidad King, aunque no lo explicite, a un escritor de ficción, porque un historiador hace algo parecido. Pero sabemos por Faemino y Cansado que "parecidonoesigual".

Lo que hace un historiador, parafraseando, mejorando, al gran King, es expresar verazmente el pasado a través del canal de la Historia. Un historiador es un escritor que se expresa por medio de un conducto veraz, un cauce por el que circula cuanto consideramos que es algo parecido a la certeza de lo que ocurrió.

Ambos escritores, el narrador de ficciones, el novelista, el cuentista, y el historiador, los dos, escriben reproduciendo grados de veracidad. Pero mientras los del primero sólo necesitan ser verosímiles, más que veraces (como exagera Stephen King), el segundo está obligado a que la veracidad presida todo su edificio literario. El historiador no se puede permitir canalizar con invenciones lo que le cuenta al lector.

Un ejemplo me ayudará a explicarlo mejor.

Imaginemos que soy Stephen King, y que estoy escribiendo esto…

“La noche dejaba caer estúpidamente sobre la ciudad de Rod esa tristeza con la que sus habitantes se acostaban día tras día desde que aquella pesadilla los visitó por vez primera un 12 de enero de 2034”.

Hay verosimilitud, credibilidad, apariencia de realidad en lo que he escrito, en lo que ha escrito a través de mí King. Pero no hay muchos atisbos de veracidad. La fecha es uno de ellos. La inquietante pesadilla que visita todo un pueblo tampoco aparenta mucha certeza real sobre lo que creemos saber.

Ahora vayamos a un texto histórico, este sí mío. Un texto propio de un libro de Historia:

“Fue durante el tercer y último Gobierno de Calvo-Sotelo, en el que Luis Manuel Cosculluela Montaner sucedía a Arias-Salgado en Administración Territorial, cuando tuvo lugar, el día 27 de agosto de 1982, la convocatoria de elecciones generales anticipadas para el 28 de octubre, a la postre las últimas de la Transición, pues de ellas saldría la definitiva demostración del cambio democrático posterior a la larga dictadura franquista”.


La verosimilitud no desaparece, pero no es pertinente valorarla ahora. Lo que sí hay es veracidad, no ya atisbos de ella. Cosculluela, efectivamente, sustituyó a Arias-Salgado en ese Ministerio, y el día 27 de agosto del año 82 se convocaron las elecciones que tuvieron lugar meses después, el 28 de octubre, las últimas del periodo de la Transición (entendida esta como acabada con esas elecciones, precisamente). Y esos comicios, también es cierto, probaron la verdad de que la dictadura franquista no tenía ninguna influencia sobre la realidad española siete años después de su final.

Simple verosimilitud frente a certera certeza. La ficción imaginada y la realidad reconocida.


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