He visto los seis capítulos de la serie El día de mañana, dirigida, y adaptada
(junto a Alejandro Hernández) de la novela homónima de Ignacio Martínez de
Pisón, por Mariano Barroso, el director de la excelentes Los lobos de Washington, Éxtasis y Mi hermano del alma. Y la he visto con altibajos. No altibajos
míos, ni siquiera de la serie, más bien altibajos de mi manera de entenderla,
de contemplarla, de disfrutarla. He ido de la desazón a la decepción, pasando
por la euforia y el simple entretenimiento. La culpa es mía, imagino. Porque no
va a tener la culpa de ese desenfoque de quita y pon que ha sido mi visión de El día de mañana el equipo que la ha
hecho posible. No la va a tener el impresionante elenco de actores ni el guion
ni la dirección y la escenificación. La tengo que tener yo.
Dicho lo cual, y no obstante, te la recomiendo. Te recomiendo que veas El día de mañana. Tal vez así sepas algo de lo que fue el franquismo y de cómo después vino lo que vino. Esto.
Tampoco va a tener la culpa uno de sus actores, actriz
en este caso, Aura Garrido, superada
por el impresionante personaje cuya interpretación plana acabe quizás por
lastrar definitivamente la serie. No va a tenerla una sola persona, la culpa
digo, de que finalmente El día de mañana
me haya dado emocionalmente menos de lo que esperaba cuando la vi anunciada e
intenté imaginar que si Martínez de Pisón y Barroso estaban detrás de una
historia de perdedores centrada en el segundo franquismo, en el tardofranquismo
y en el comienzo de la Transición, sólo podía sentirme afortunado de poder disfrutarla,
de aprender, de sentir una vez más un tiempo pasado, de sufrirlo y superarlo.
Oriol
Pla y Karra Elejalde están sublimes en sus caracterizaciones,
el uno del canalla caradura de buena presencia y corazón sensible aunque
insuficientemente sensible, y el otro de un represor represor franquista
franquista de apariencia graciosilla pero finalmente letal. Pero el que destaca
de una manera asombrosa, incluso por encima de ellos dos, jerarcas de un
reparto magnífico (Garrido aparte, tan poco creíble como insulsa, sin ganas de
tener un alma), es Jesús Carroza como
el policía que hizo sufrir el franquismo a tantos hasta que comprendió que los
nuevos tiempos hacia la democracia podían redimirle. Carroza está
inconmensurable. Permanentemente. Sólo por verle interpretar a ese poli malo,
real, apisonado por la historia, merece la pena contemplar toda la serie.
Dicho lo cual, y no obstante, te la recomiendo. Te recomiendo que veas El día de mañana. Tal vez así sepas algo de lo que fue el franquismo y de cómo después vino lo que vino. Esto.
(Si bien para saber sobre todo aquello, hay quien ha
escrito libros de Historia que lo explican mejor… sin irse por las maravillosas
ramas de la ficción.)
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