Ser artista nunca fue fácil; la dificultad cambia de forma. Antes dependías del mecenazgo, de las discográficas. Hoy publicas por medio de un clic… pero te piden otra cosa: existir en las redes.
El esfuerzo creativo debería centrarse en una sola
cosa: crear. Sin embargo, además hay que difundir: exponerse, entender
algoritmos, formatos, tiempos. Hacer estrategia con intención para que la obra
llegue a alguien.
Antes te marcaban una agenda; tú únicamente tenías que
cubrirla. Ahora no hay mapa: publicar es más sencillo y menos filtrado, pero
brillar exige un plus para el que el artista no tiene por qué estar hecho.
El arte nace de la necesidad de expresarse, no de la
obligación de promocionarse. Por eso conviene rodearse bien: que la estrategia
acompañe, y que la obra siga siendo el centro.


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