Suspiros de España, por José María López Ruiz

Como en tantos casos, las apariencias engañan. El popularísimo pasodoble Suspiros de España se asocia generalmente a un patriotismo tópico lindando con el patrioterismo. Pero…



En realidad, se trata de una composición de 1902, una marcha militar compuesta en Cartagena, donde vivía su autor, Antonio Álvarez Alonso (nacido en la jienense Martos en 1867). Se dice que, buscando un título, se sintió inspirado, no por un nacionalismo extremo sino por algo más prosaico: unos dulces cartageneros muy populares llamados suspiros que acababa de degustar en un popular café de la ciudad.

A partir de ahí (y de su muerte, en 1903), la inspirada composición inició una travesía que iba a llevarla a convertirse en un recurrente espacio musical para la nostalgia. Así, hasta llegar a 1927, cuando el músico Manuel Penella compuso En tierra extraña, insertando en el nuevo título los ya venerables Suspiros de España. Para ejecutar esa nueva canción, Penella recurrió a su protegida Conchita Piquer, recién regresada a España desde Nueva York, donde había actuado durante más de un lustro en espectáculos de Broadway, incluso siendo pionera en una de las primeras experiencias de cine sonoro: el patentado por Lee de Forest.


Nada más llegar a España, aquella que pronto sería conocida como Cocha Piquer (Doña Concha Piquer, incluso) debutó en el Teatro Romea de Madrid, acudiendo al estreno toda una cohorte de admiradores. La cosa se calentó extraordinariamente cuando la joven artista valenciana cantó, precisamente, Suspiros de España. Allí estaban, por ejemplo, el entonces dictador Miguel Primo de Rivera en persona, el escultor Mariano Benlliure, el dramaturgo Jacinto Benavente y los afamados compositores Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. A partir de ahí, Conchita Piquer iba a escalar cumbres nunca soñadas de fama, empezando por el cine, filmando ese mismo año El negro que tenía el alma blanca. Sin embargo, para 1933, en su cancionero no figuraban los Suspiros de España, recuperados en 1938 por Benito Perojo para el título de su película rodada en la Alemania nazi.

Es menos conocido este otro recorrido, inesperado, del legendario pasodoble: la radio antifranquista la Pirenaica (Radio España Independiente) inició durante algún tiempo sus emisiones diarias a los acordes de los viejos Suspiros… de aquel pianista y compositor andaluz ya olvidado.


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