Disfrutar la música (pop) y criticarla

Una amiga escritora sube en su muro de Facebook una canción en YouTube de un grupo de rocanrol actual que empieza a constituir un poco un hype (bueno, no exactamente, porque sus expectativas creativas están por encima o al menos a la par del bombo que le da gente molona). Lo acompaña con una palabra de celebración. Digamos que Olé.


Alguien que tiene acceso a su muro comenta sobre la banda en cuestión que espera que evolucione y no se quede en imitadora de uno de los grandes grupos de la historia de la música pop (los Beach Boys, pongamos), y añade que talento le sobra (a la banda que se ha ganado el olé de mi amiga escritora), antes de sentenciar que (la banda en cuestión, no los Beach Boys) aún no ha superado una canción concreta de hace cuatro años.

La contestación de mi amiga escritora es la razón de ser de todo esto:

 

“Yo no los he seguido apenas, así que no puedo opinar. Voy a pasármelo bien, de momento no aspiro a más”.

 

¿No deberíamos de dejar de trabajar permanentemente como críticos musicales profesionales cada vez que alguien nos habla de música, de sus propios gustos, de lo que le hace disfrutar, de lo que le permite pasárselo bien?

Esto se puede extender al ámbito de la literatura, el cine...


Pongamos que la banda en cuestión son The Lemon Twigs, la canción que subió mi amiga escritora How can i love her more?, correspondiente a su álbum de 2024 (A dream is all we know) y la canción que el crítico profesional considera que el grupo es incapaz de superar se titula The one. La conversación siguió en Facebook, por cierto.

¿Te gustan The Lemon Twigs?

 

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