Más políticos, más Estado; por David Pablo Montesinos Martínez
La falacia de “El hombre de paja” está tipificada por la ciencia de la Lógica desde hace miles de años. Es sencillo: tomas los argumentos del enemigo, los retuerces, los imbecilizas y, finalmente, los presentas como si fueran lo que “realmente” dice, con lo cual ya puedes iniciar una fácil contraargumentación, no contra el verdadero enemigo, sino contra su caricatura.
Quizá todos estemos siempre en riesgo
de caer en el hombre de paja. Por eso conviene documentarse, leer con atención
cómo construye su discurso el enemigo y, si procede -porque siempre cabe la
posibilidad de que el oponente me convenza- pasar a refutarle. El
presupuesto de todo procedimiento de debate debe ser la honestidad intelectual.
Si estamos dispuestos a hacer trampas para dañar al interlocutor da igual lo
que defendamos, por honroso que sea, lo envenenaremos.
He dicho en infinidad de ocasiones
que algunos de los mayores indeseables de mi vida los he encontrado entre las
izquierdas. De igual manera, y pese a lo poco que me atraen las ideologías
reaccionarias, por azares de la vida he tenido que afrontar momentos muy
complicados al lado de personas de derechas y descubrí que en algunos de ellos
podía confiar ciegamente.
Creo que se me entiende.
Se respira un aire muy tóxico
últimamente en la fachosfera ante el hecho de que pasan los días y mañana tras
mañana nos desayunamos 45 millones de personas con Pedro Sánchez -aún- de
Presidente. Se diría que un Macbeth repeinado ha usurpado el trono. Y tiene, claro, a su pérfida Lady Macbeth y a
sus brujas… Todos en la misma ciénaga entregados a la Causa de Lucifer.
Pedro Sánchez ha hecho mal muchas cosas. No insistiré en ellas porque de ello ya se encargan –vaya si se encargan- sus múltiples y encarnizados enemigos. Llamarle Perro o, como una responsable política en el Congreso, hijo de puta, me parece una indecencia. Tanto como decir que quiere destruir España, que capitanea un gobierno de delincuentes o que ha asesinado a cientos de personas durante las crisis de la COVID-19 o la dana de Valencia. Sánchez es Presidente del Gobierno porque así lo han decidido los españoles, o, si lo prefieren, sus representantes electos a través de un pacto perfectamente legítimo. Llamarle cobarde por alejarse de unos bárbaros que intentaron lincharle en Valencia es una miserable impostura. ¿Tú te habrías quedado, majadero?
Llueve sobre mojado. La persecución
que sufre el Presidente es similar a la que vivimos durante los anteriores
gobiernos socialistas. Tengo cosas contra Rodríguez Zapatero y tengo muchas más
cosas contra González. Este último perdió con todo merecimiento sus últimas
elecciones y ha sido un nefasto ex Presidente. Pero que una Brunete mediática
se lanzara noche y día ferozmente contra su Gobierno acusándole de haber
impuesto una nueva dictadura… qué quieren, resulta cómico. En cuanto a Zp, se
le acusó durante meses de ser, de alguna forma, cómplice de la atrocidad de
Atocha. Me cuesta entender que quienes perpetraron aquella infamia se hayan ido
de rositas. Lo que me invita a pensar todo esto es que la derecha española anda
muy justa de formación democrática, pues considera por sistema ilegítimo
cualquier gobierno que no sea el suyo.
Permítanme…
1. La especie a la que se agarra
ahora el PP -incluso Mazón, pobrecito- según la cual el Gobierno Central habría
debido declarar la emergencia nacional, lo que en la práctica supone un 155, es
respetable, pero también discutible. Examino pros y contras siguiendo opiniones
expertas y no acabo de tenerlo nada claro. Lo que sí sé es que de haberlo hecho
a Sánchez le hubieran acusado, como en la Covid, de ser un dictador.
2. España es una nación avanzada y
en ningún caso un estado fallido –quien dice esto último ha viajado poco,
me temo-. Por intensas que fueran las lluvias no se entiende tanto daño,
empezando por los cientos de muertos, si no concluimos en que no hemos
sabido prepararnos para situaciones catastróficas. Y de eso tenemos la culpa
todos.
3. Acuso al PSOE y en general a los
grandes partidos laboristas de no haber asumido la necesidad de luchar contra
el cambio climático por el que dicen estar preocupados. Ahora mírenme a los
ojos y díganme que los señores Feijóo, Ayuso, Mazón y los conservadores en
general, que ni siquiera reconocen la enormidad del problema, son los que van a
combatirlo ferozmente, y que además son ellos los que van a legislar contra el
urbanismo imprudente y descontrolado.
4. Métanselo de una vez en la cabeza: el problema del mundo no es lo woke, ni las feministas, ni los ecologistas, ni los inmigrantes, ni los okupas… ni siquiera Sánchez. Lo que mata es la pobreza, la desigualdad, la violencia sobre los débiles, el debilitamiento de los servicios públicos, la precariedad laboral, la devastación medioambiental... No necesitamos menos instituciones ni menos políticos, necesitamos Estados más fuertes y sociedades más cohesionadas y solidarias. Es magnífico que la gente salga a las carreteras a ayudar a sus vecinos, pero sufragamos entidades públicas que deben cuidar de nosotros, de todos nosotros, y que deben, además, evitar los abusos. Es en esa prosa tan aburrida y burocrática de las leyes y los reglamentos donde se articulan las garantías de que enfermaremos y nos atenderán los médicos, tendremos hijos y habrá colegio para ellos, vendrán catástrofes espantosas y cobraremos un seguro… Claro que si todo eso no funciona siempre podemos pedirle al Donald Trump de turno que haga de Capitán América y nos salve de los malos.
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