Leonie Benesch es lo mejor de la película Sala de profesores
Sala de profesores (su título original: Das lehrerzimmeraka) es una película alemana estrenada en 2023 de unos cien minutos de cabal duración, dirigida por Ilker Çatak y escrita por él mismo junto a Johannes Duncker.
Muy premiada en Alemania, donde ha debido calar por asuntos que a mí se me pudieron escapar, no me parece un largometraje extraordinario, salvo por la actuación de su protagonista, Leonie Benesch (y la de algunos de los niños que interpretan a sus alumnos).
Este drama escolar sin estridencias
ni alharacas artísticas más allá de su propia narratividad fílmica, poco
emocionante, poco conmovedor, ha sido visto por el crítico cinematográfico de El
Mundo Luis Martínez como “un atinado, realista y muy turbio ejercicio de
pedagogía diabólica” dotado de “una precisión y agobio admirable”. Puede ser.
Lo de la precisión y el agobio admirable, sin duda, lo de atinado,
realista y muy turbio ejercicio de pedagogía diabólica me parece exagerado.
Quizás por las interpretaciones adultas que acompañan a la de Benesch, poco
atinadas y poco realistas.
Sí es cierto que en ella “la intriga
funciona a la perfección”, como le leo a Oti Rodríguez Marchante en ABC,
aunque mi acercamiento al filme está más cerca de Carlos Boyero, crítico de El
País, pues también considero que, aunque “pretende ser inquietante,
realista, variadas cosas”, ni a mí ni a él nos permite entrar “en una intriga
que pretende ser compleja”. Aunque lo que veo no me da igual, que conste.
Porque me parece un complicado si bien mal resuelto intento de explicar el éxito
(al menos moral) que acompaña a la verdad y a la unificada educación en valores
y en conocimientos.
Cuando Philipp Engel escribió en La Vanguardia que Sala de profesores es un “claustrofóbico thriller de tensión in crescendo que no destaca tanto por su realismo sino por ser una perfecta metáfora de la angustia (...) que todo profesor ha de superar si quiere imponerse en el aula” pareció ver la misma película que yo, aunque a él le reportara menos incredulidad que a mí. Quizás porque, como dijera Quim Casas en El Periódico, “aunque bien narrada e interpretada, la película tiene un cierto poso telefílmico, una corrección que a veces va a la contra de la tensión que procura la historia”.
Emociones no sé, suspense sin duda. No mucho. Pero hace pensar y entretiene con suficiencia. Sala de profesores no es para tanto. Aunque quizás merezca la pena.
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