La belleza en medio del horror: Blitz, del director Steve McQueen

La película Blitz es el quinto largometraje dirigido (como siempre, de manera extraordinaria, puro arte cinematográfico) por el cineasta británico Steve McQueen, autor asimismo de su magnífico guion. Estrenado en 2024, sus dos horas de duración están protagonizadas por una más que aceptable Saoirse Ronan y un impresionante Elliott Heffernan, que hace su debut como el niño que acaba por convertirse, porque lo es, en el centro maravilloso de este drama (¿bélico?) situado en los tiempos en que la Alemania nazi bombardeaba las ciudades británicas provocando un tremendo desastre civil que, como siempre, les trae sin cuidado a quienes defienden las imbecilidades temibles del dominio sustentado en un odio prehistórico.


Una de las sorpresas de la película (“rodada con un estilo muy clásico e indudable elegancia”, como escribiera Raquel Hernández Luján en Hobby Consolas), junto a las maneras actorales extraordinarias de Hefferman, es la actuación del extraordinario músico Paul Weller, a quien veo por primera vez en esas lides y me deja ligeramente impresionado. Otro músico que tiene un pequeño papel ciertamente conmovedor es Benjamin Clementine.

No obstante, la música de Blitz es obra de un habitual de este tipo de asuntos (la música para películas): Hans Zimmer.

Quizás gran parte de la importancia de que resulte maravilloso el largometraje es la fotografía que consigue ponernos delante de nuestros ojos el francés Yorick Le Saux.

Como ya hay quien ha escrito lo que me pareció la película (Luis Martínez, crítico cinematográfico de El Mundo), me limito a reproducirlo:

 

“McQueen compone un bellísimo y devastador relato épico e íntimo a la vez en medio del horror (...) tan delicado y clásico como deslumbrante (...) Le cuesta a Blitz, y aquí quizá el principal y único problema, coser la emoción a tanto derroche visual”.

 

En efecto, la emoción no conmociona, si acaso la espectacularidad de las imágenes, más que le bonita historia que no termina de cuajar en algo grandioso.


No creo que se deba exagerar tanto como hace Nando Salvá en El Periódico, como hace, en la misma línea argumental que mantenemos Martínez y yo, pero exorbitándolo, cuando dice de Blitz que es “una película episódica y deslavazada” en la cual “la brillantez exhibida por McQueen a la hora de componer imágenes apabullantes, tan habitual en él, no logra compensar el distanciamiento emocional que toda esa dispersión genera”.

Tampoco estoy del todo de acuerdo con Sergi Sánchez y su opinión vertida en La Razón que mantiene que “el director es un sofisticado estilista, y nos procura imágenes inolvidables”, pero “el innegable poderío de esos momentos no logra camuflar un desarrollo dramático más bien blando”.

Pero, como ves, todos hemos visto, con matices, lo mismo en Blitz.

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