Muñoz Molina, niños y monstruos


A finales de 2020 el, siempre excelente, escritor español Antonio Muñoz Molina publicó una novela breve titulada El miedo de los niños, ilustrada de manera magnífica por los muy adecuados dibujos de María Rosa Aránega.

Digo novela breve por no decir relato, dado que apareció como único cuento en un volumen. Novela, relato… lo que es El miedo de los niños es una narración descomunal. Una narración descomunal (si bien corta, necesaria y brillantemente corta) sobre un mundo que ya no existe, pero que es muy reciente, en el que aparece alguno de los monstruos de siempre. Un monstruo humano.

[De repente me veo escribiendo en Facebook esto:

Acabo de terminar de leer el antepenúltimo libro de quien quizás sea el mejor narrador español vivo, Antonio Muñoz Molina, pocos días antes de comenzar a leer su más reciente novela. Aquél se titula EL MIEDO DE LOS NIÑOS, es un largo relato, una novela breve, una maravillosa ficción repleta de tanta realidad tenebrosa y antigua, cercana no obstante, que ha vuelto a provocar lo que él siempre provoca en mí, sus palabras escritas, una conmoción adecuada, buscada aunque impensable. Sigo…]

Así se abre el libro:

 

          “Fue su primo Bernardo quien le dijo a Esteban que habían vuelto los tísicos”.

 


Muñoz Molina nos lleva de nuevo a su Mágina, ese lugar real inventado, esa pequeña ciudad imaginada desde la certeza de lo que fue (“uno de esos lugares a los que solo se puede volver en los cuentos y en los sueños”). Imaginamos el tiempo en que transcurre lo que se nos cuenta porque creemos reconocerlo en aquel inmediatamente anterior al nuestro, hablo por mí. Un tiempo en el que “había un miedo gustoso y un miedo de verdad”, miedos como el de los cuentos o el de las películas, algunas películas, algunos cuentos, comenzaban siendo gustosos, pero en un momento dado, repentinamente, “algo frío y negro y desconocido se colaba”, y, entonces, el miedo era ya “pánico y rareza y el sofoco de las pesadillas”. (Un tiempo que, casi al final, sabemos que es el del año inmediatamente posterior a mi nacimiento, 1964).

Algo frío, algo negro, desconocidoPánico y rareza. Muñoz Molina y las palabras exactas. Eso debe ser la LITERATURA.

El “miedo malo” que salía finalmente de aquellas historias de los tísicos, el miedo “de los escalofríos”. El de las calles ya vacías. El de los niños solos… El de las invenciones infantiles, el de la imaginación y la catarata de palabras que provoca. También el de la verdad, el de la realidad inaprensible. El de “aquel paraíso sin tiempo en que los padres son jóvenes y aún no sabemos que ni ellos ni nosotros permaneceremos siempre así”.

 

“Le llegó el olor de los cuadernos y los lápices, tan definido, tan ajeno a todo lo que había a su alrededor, al presente”.

 

El miedo de los niños se cierra con un epílogo escrito por el propio autor, sobre el origen de lo narrado en el libro, que tiene tal interés que me reservo hablar sobre él en otra ocasión.

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