El declive de la religión y el futuro de la espiritualidad; por Rafael Narbona

Según el Defensor del Pueblo, 440.000 españoles han sufrido abusos sexuales en el ámbito religioso católico. Es una cifra que supera los 300.000 casos de Francia. Estos datos, dolorosos y demoledores, ponen de manifiesto que la institucionalización de la experiencia religiosa, lejos de contribuir a la felicidad del género humano, solo ha producido agravios y atropellos. Las religiones han transformado la espiritualidad en un opresivo conjunto de dogmas que han invadido la intimidad de las personas, condicionando sus afectos y sus valores. Su espiritualidad es muy pobre: una serie de ritos que se ejecutan de forma mecánica e irreflexiva. Su objetivo es controlar todas las etapas de la vida humana. De ahí que exijan obediencia incondicional y establezcan alianzas con el poder político.


En el caso del cristianismo, Jesús de Nazaret no fundó una religión, sino un proyecto de vida basado en la solidaridad con el pobre, el enfermo, el marginado. Jesús compartió la mesa con los parias, buscó la compañía de las mujeres para ayudarle a propagar la buena nueva y desafió al Sanedrín y al poder de Roma, lo cual le costó la vida. Cuando le preguntaron si había que pagar impuestos, pidió una moneda, la examinó y contestó: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Probablemente, es su frase más incomprendida. En la moneda que examinó, aparecía la siguiente leyenda: “César Tiberio, hijo del divino Augusto”. Esa frase era una blasfemia, pues atribuía a un hombre una condición sobrenatural y ese título solo correspondía a Dios.

Autora: Eulogia Merle

Por otro lado, a Dios le pertenecía todo: el hombre, la tierra y sus frutos. Pero no le pertenecía como a un rey o césar, sino como un Padre o Abba, que solo quiere el bien de sus hijos. En realidad, Jesús invita a no pagar impuestos, diciendo “No deis al César lo que solo es de Dios”. Conviene recordar que en esas fechas los impuestos no eran progresivos, sino tributos abusivos sobre las clases populares para mantener a las élites. Esa invitación a la desobediencia explicaría que Roma ejecutara a Jesús en la cruz, un castigo reservado a esclavos y rebeldes.

Las religiones avanzan hacia el ocaso. Son incompatibles con las sociedades libres, abiertas y democráticas, pero yo creo la espiritualidad no desaparecerá nunca. El ser humano necesita encontrar un sentido a su existencia y no se resigna al horizonte nihilista que plantea la física, según la cual el universo desembocará en el frío, el caos y la oscuridad. Si la muerte es la última palabra, no hay posibilidad de reparación para las víctimas inocentes de la historia, ni un porvenir para lo bueno, bello y fraterno.

Leer el Evangelio, un texto sufí o una meditación budista es una forma de espiritualidad, pero también lo es escuchar un aria de Bach, leer un poema de Rilke o contemplar la caída de la tarde. Pero, sobre todo, la espiritualidad es apertura al otro, solidaridad con el que sufre, compromiso con la justicia, olvido de uno mismo para atender las necesidades ajenas. Dios se manifiesta en el desamparo de nuestros semejantes. No es un ente, sino una experiencia asociada al amor.

El autor, Rafael Narbona

Cuando experimentamos la necesidad de alimentar al hambriento y alzar la voz contra las estructuras políticas y sociales que promueven la desigualdad, salimos de nosotros mismos. Esa forma de ir más allá nos revela la trascendencia del amor. Solo el que ama se acerca a ese misterio o límite que llamamos Dios. Dios no es una proyección de las virtudes humanas, sino la raíz última del ser. Se hace palpable mediante el bien, la verdad y la belleza, pero desborda cualquier concepto o representación.

Hoy nos avergonzamos de las bendiciones que impartió Wojtyla a pederastas como Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, pero frente a ese hecho lamentable conviene recordar a figuras como Óscar Romero o Ignacio Ellacuría, asesinados por el ejército salvadoreño por defender los derechos del pueblo. Espero que las víctimas de la pederastia del ámbito católico hallen justicia y reparación y que las religiones retrocedan, cediendo su lugar a vivencias que no estén sujetas a dogmas, excomuniones y abusos de poder.

Comentarios

  1. De acuerdo con la necesidad humana de la espiritualidad; añadiría como ejemplo la visita a la Sagrada Familia de Barcelona; hay algo en su majestuosidad que eleva a la persona por encima de las creencias. ttraspasa

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