Maceda vendrá a redimirnos


Hace treintaiocho años más o menos, en junio o así fue, yo veía con mis amigos eternos (esos que no envejecen nunca porque hicieron un pacto conmigo de los de verdad) cómo Maceda eliminaba de un testarazo a Alemania, antes de que Sarabia y su sangre fría de vasco elegante fulminara a los excelentes daneses y antes de que Arconada tuviera el único error de su vida que le dejaría ante los futboleros de baratijo como lo que nunca fue (¡No pasaba nada, teníamos a Arconada!). Veía yo, decía, al asturiano rubio como la cerveza rubia y asturiana detener a los germanos antes de cruzar esos ríos que ellos cruzan y lo veía insisto poco antes de que mi amigo Manolo, el Pelos no, el Gordo (ni el Pelos, que en paz descanse, tenía por aquel entonces melena, ni Manolo había estado gordo más que en aquella antigua infancia moderna nuestra), se quedara sin cama donde dormir esa noche porque se la partimos al saltar para celebrar aquel gol histórico y premonitorio, tan a años luz, de lo que vino después.

Y Supertramp cantando Give a little bit desde hacía siete años. ¿Habríamos leído ya Manolo, Quique y yo El castillo de la carta cifrada, de Javier Tomeo? Lo que sí sé (porque lo acabo de buscar en internet) es que dentro de unos meses iba a ir a ver yo ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, de las mejores de Almodóvar. Ay, Maceda, qué recuerdos. Y qué poco tiempo había pasado de lo de Malta. Desde el verano de 2023 me hablo a mí mismo. Y tú me escuchas.

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