La batalla de las ideas, por Rafael Narbona


La ultraderecha triunfa en todo el mundo por el miedo a la diversidad y el pluralismo. La libertad y los cambios inspiran temor e incertidumbre. Los ciudadanos se sienten más protegidos en sociedades uniformes y jerarquizadas. Las banderas movilizan más que los valores democráticos. Los mensajes simplistas son más efectivos que las reflexiones.


En el siglo XXI, el triunfo de la ultraderecha no implicará el regreso al fascismo de los años 30 del pasado siglo, pero sí un retroceso de los derechos y libertades. Los sectores más débiles serán los que sufrirán más. Las mujeres estarán más desprotegidas, los inmigrantes padecerán más abusos, las personas LGTBI serán estigmatizadas, el activismo social se reprimirá con crudeza. España podría sumarse al modelo autoritario que ya gobierna en Polonia, Hungría o Italia. Para detener esa marea, los demócratas deben hacer pedagogía, señalando que el autoritarismo nos infantiliza. Hay que recodarle a la ciudadanía que su libertad no es algo secundario, sino el único camino hacia la madurez y la dignidad.

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