Agujeros negros

Quinientas noches con sus días: un enigma, el de las señales cósmicas que llegan cada 131 segundos.


Quinientos días con sus noches: los agujeros negros pueden ser y lo son los objetos más violentos del universo.

Potentes señales de rayos X llegan a la Tierra desde una remota galaxia.

A la velocidad de la luz vemos cómo se alimentan los agujeros negros.

Si Einstein soñara la teoría de la relatividad,

habría cadáveres de grandes estrellas

de enorme masa

concentrados sobre una superficie esférica

pequeña, ambigua,

y nada que cruzara su umbral

podría escapar a la fuerza de gravedad,

ni siquiera la luz.

Son invisibles: sólo nos queda aprender o creérnoslo.

 

Los agujeros negros y el final como el comienzo de la realidad y sus estafas;

una hélice de vísceras decepciona a la humanidad al presentarla como un algoritmo sísmico perdurable mientras aquellos, los agujeros negros reconocibles, absorben lo que la materia le ha arrebatado a la verdad desde la noche de los tiempos,

y sobre los hombros de estos gigantes donde dormimos nuestra siesta de simios depositan ese lodo auroral de inconsistencia y duda bajo el que caminamos erguidos como si tuviéramos de qué enorgullecernos.

Ayer nos revelaron un agujero negro: habíamos visto cosas peores (cuando nadie nos miraba).

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