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A Roger Federer


Hay algo demasiado hermoso en tu blancura de dios con ojos humanos,

con piernas humanas, con un corazón humano;

existe en cada movimiento tuyo de leve tozudez exacta

una artística destreza parecida a la de un felino respirando en un museo,

rodeado del pasado deseado por los mitológicos héroes,

una danza eminente capaz de rendir un mundo,

de reinar y ser un deber necesario;

hay mucho del aire y el agua en cada desplazamiento de tus latidos,

en esa manera de usar una raqueta como si con ella pudieras detener la vida y acabar con la muerte.

 

Ha habido que inventar el tenis para verte bailar sobre el mundo,

con tus ademanes de poeta dichoso,

gracias por tu elegancia evanescente, por tu batirte con gigantes como un dios,

gracias por devolvernos a los humanos el fuego y el agua,

gracias, caballero Roger, gracias, señor Federer de las pistas.

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