Cada 14 de abril es el cumpleaños de mi abuela Isabel


Hoy muchos recordarán un acontecimiento mil veces explicado por los historiadores y habitualmente mal interpretado por el resto de los ciudadanos.

Hoy además habría cumplido años mi abuela Isabel, quien sin saberlo depositaría en mi hija María el hermoso recuerdo que guardo de ella.

Felicidades abuela.

 

Día espléndido, futuro a mares:

por las avenidas, por las alamedas, fiesta y memoria;

fuiste abril antes de tiempo, sin el poso de Giner

ni el entusiasmo de las cabras;

de inmediato te apuntaron con carabinas de tierras apoderadas,

con las armas de los soldados de Salamina,

fusiles de verdad, pistolas ciertas

y las biblias ajadas y tan negras;

pueblo sin educar, mujeres incultas, hombres sin labrar,

aquel día catorce nos subimos a las farolas,

os subisteis a lomos del pasado, oteasteis la nada;

Barcelona, Éibar, Madrid y Suances,

pueblos de jornaleros, ciudades menestrales,

cuánto augurio malogrado,

cómo de grandes fuisteis en instantes de gloria,

pero qué de plomo tiene la historia, cuánto poder los poderosos

y qué poco los libros y las canciones…

 

Escribo sobre la Segunda República y la guerra se me viene a la cabeza,

la palabra fracaso y las palabras miedo y revolución,

todo tiempo de dragones te enfría las entrañas

por mucha esperanza que quieras echar a las tazas de café.

Escribo sobre aquellos años del siglo XX que ya no existe

cargados de un arma que se llamó futuro

y acabó en pelotón de fusilamiento.

Escribo sobre barricadas y leyes y tierra y país,

sobre libertad pero también sobre ustednosabeconquiénestáhablando,

sobre propiedad pero también sobre parias de la Tierra,

discursos a campo abierto y conspiraciones continentales,

años del triste esplendor de lo que nunca va a ser.

República de trabajadores de toda clase,

España a la que no te va a reconocer ni Dios,

España a la que Dios vendrá con su látigo

para que no dejes de ser católica:

sobre ti escribo en esta mañana del siglo XXI

antes de que el futuro se nos vuelva a esfumar,

antes de que se me olvide lo que fuiste,

lo que quisiste ser y no supiste.

 


Después de la fiebre del oro, sobrevivimos a Auschwitz,

aquel 14 de abril moría de éxito frente a las barricadas,

la naturaleza y la historia siguió creando seres humanos

como si esto fuera un hombre o una mujer…

Y en las vías de los trenes dejaron de circular esperanzas,

y en los cielos de las aeronaves cesaron las flechas al porvenir,

y Azorín ventilaba los campos de Castilla sin castellano

ante la atenta mirada de Stanley Kubrick, Espartaco y Lolita.

Las odiseas ya no suenan igual. La Gran Recesión nos hace astillas.

Richard Ford cree leer en algunas poesías el perdón

aunque vayamos al infierno lentamente, aunque queramos

amarnos hasta despertar junto al dinosaurio de Monterroso.

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