A Miguel Hernández
Miguel, eres una sombra de puro amor,
una sombra de
sangre y de fuego;
eres la palabra
hecha fiesta eterna,
un acorazado de
la tierra que sufre;
eres Miguel
nuestro poeta del consuelo,
nuestro árbol de
la vida y de la muerte.
Gracias por cada
uno de tus versos,
gracias por
silenciar el abismo,
gracias, Miguel
Hernández.
Sólo te hacía falta una guerra,
una guerra civil para brillar como un
cometa
heroico y de una humanidad rotunda,
solemne, libre y muerta;
Miguel, nos dejaste boquiabiertos
cada vez que escribiste un verso,
con todos tus besos y alondras,
nos amaste como un dios,
despertaste una montaña de alegría
triste como las grandes diminutas risas,
fuiste una flor en el erial de un sueño,
una brisa de leve fuego sin llamas,
Miguel, te queremos tanto
que dudo no haber bebido alguna vez
junto a ti y tus certezas
de poeta para la enfermedad
que es vivir sin las palabras paz y
libertad
ceñidas en nuestros pulsos
de animales en el bullicio
“Por el cinco
de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y
encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.”
MH
1945. Ronda del Guinardó,
para la libertad disparo versos,
muero porque no cesan
ni los rayos ni las heridas,
Miguel y Federico,
Antonio…
1936. 1939. 1942.
Escapasteis los tres de la vida
y nunca fuisteis a parar
a una novela de Juan Marsé,
jamás una canción del sol
sonó en vuestra presencia
desaparecida:
sois nada más y nada menos
que el eco embrujado de una película
en blanco y negro,
sois la pertinaz sequía apresurada
bajo los talones moribundos
del Teniente Bravo,
sois campos andaluces,
un cementerio de Orihuela,
sois con quienes tanto queremos,
canciones de amor y paz
al ritmo de la sangre,
sois a quienes tanto queremos,
noches de cuatro lunas y un solo
árbol,
de quienes tanto queremos sois.
Comentarios
Publicar un comentario
Se eliminarán los comentarios maleducados o emitidos por personas con seudónimos que les oculten.