El nacimiento de la industria de la música (pop)

Vayamos a aquellos tiempos de la presunta domesticación del rock, cuando, como cuenta el periodista musical español Diego A. Manrique, hacia 1958, “el rock and roll más exuberante va siendo reemplazado por música blanda destinada directamente al consumo juvenil”.


En su monumental Postguerra, una historia de Europa desde 1945, el historiador británico Tony Judt explicaba lo que le había ocurrido al Viejo Mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Leyendo su capítulo ‘La Era de la Opulencia’ nos hacemos una idea perfecta del contexto en el que se produce la explosión de la música pop nacida en Estados Unidos y muy pronto exportada primeramente a Reino Unido y algo más lentamente a buena parte del mundo. Un capítulo que se abre con varias citas, una de ellas parte de la letra de la canción Summer holiday, compuesta por Bruce Welch y Brian Bennet, de The Shadows, e interpretada en 1963 por Cliff Richard y The Shadows:

 

            “Vamos donde el sol brilla más,

donde el mar es azul.

Lo hemos visto en las películas,

ahora veremos si es verdad”.



Estamos, con Judt, a mediados de la década de 1950, en Europa:

 

“La extraordinaria aceleración del crecimiento económico fue acompañada por los inicios de una era de prosperidad sin precedentes. En el lapso de una sola generación las economías del occidente del continente europeo recuperaron el terreno perdido durante cuarenta años de guerra y depresión económica, y los resultados económicos y los patrones de consumo europeos empezaron a parecerse a los de Estados Unidos. Menos de una década después de haber estado luchando por salir de los escombros, los europeos entraron, para su asombro y no sin cierta consternación, en la era de la opulencia”.

 

Es la época en la que “la gente joven de todos los países utilizaba la radio para escuchar música popular. Para todo lo demás recurrían cada vez más a la televisión”.

 

Ya lo dejó escrito Bob Stanley en su monumental Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno:

 

“La historia del pop moderno es en gran medida la historia de dos culturas populares, la estadounidense y la británica, y de su interrelación en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial”.

 

La periodista musical Elena Gabriel, autora de Hazme sonreír: música para vivir, tiene escrito que “el siglo XX vio nacer el rock and roll y, sobre todo, la industria de la música pop”. A mediados de la década de 1950, “Bill Haley and The Comets inauguraban la escena con Rock around the clock y Elvis Presley ponía de moda ser joven”. La música pop marcó la segunda mitad del siglo XX (y lo que llevamos del XXI) con canciones inolvidables:

 

“una serie de poetas y músicos supieron combinar su arte para marcarnos a fuego un estilo de vida que, aún hoy, practicamos. Mientras en Estados Unidos se daba el pistoletazo de salida, en Francia, en Reino Unido y en otros países la música pop se adaptaba a los nuevos estilos”.

 

Ese antídoto contra el aburrimiento que acabó por ser el rocanrol nace en 1955 con el éxito internacional de Rock around the clock (una canción grabada un año antes como cara B de un sencillo, pero que despegó para el mundo cuando el mánager de Haley logró que fuera incluida aquel año 55 en una película de éxito juvenil: Semilla de maldad, dirigida por Richard Brooks y protagonizada por Glenn Ford, Anne Francis y Sidney Poitier). Nos lo explica Bob Stanley:

 

“Era la primera vez que una misma canción aunaba una letra sobre una noche de juerga, un solo de guitarra electrizante y un ritmo sólido como una roca, todo ello con el sonido de la batería bien alto en la mezcla”.


Era la música que muchos jóvenes estaban esperando. No sólo era algo nuevo, era algo exultante. Era el final del aburrimiento.

  


Este texto pertenece a mi artículo ‘La explosión de la música pop’, publicado el 3 de diciembre de 2021 en Nueva Tribuna, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE. Y es también parte de mi más reciente libro, La música (pop) y nosotros, que acaba de publicar Sílex ediciones.

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