Aquel tiempo de los tiempos aún modernos, los de Charlie Chaplin (que baila un Charlot apañado al son de la música de Shostakóvich), los tiempos de las canciones para antes de una guerra.
Tú y yo sabíamos que no tenías ni puñetera gracia, Charlot de
las narices, del bigotito y las muecas, pamplinas desquiciante, intoxicador de
las risas moribundas; conseguiste enmudecernos a todos con tu inmundicia de
mudanza mutante, con el silencio de tu cimbreante bastón, tus ridículos
zapatones, tu impresentable ser ya el siglo XX cambalache, problemático y
fabril.
Menos mal Charlot que te convertiste en Chaplin y nos
señalaste el Mal contemporáneo, dictatorial y envenenador, y lustros después alguien
vino a traernos un auténtico ramito de violetas.
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