¡Dios!


I

Todo podría ser silencio de no existir esa cruz que escondes y su pétrea manera de fulgir espiritual en la madera donde él muere en minúscula una vez más,

una eterna vez más,

silencio es lo que a tu alma complace, el silencio de las llagas y los vómitos, el silencio de los pulmones inundados y los cabellos ardiendo, el silencio de la altivez endiosada, el silencio de la muerte redimida por la muerte.

Todo es silencio, el de la sangre vertida sobre toda la humanidad dormida.

 

II

Me di la vuelta hace años.

Me llevaban hacia tu muerte, me enseñaron a rezarte y a sufrir contigo.

Me creí uno de ellos, un hilo de fluido con el Universo muy peinado y oliendo a colonia, de rodillas ante tu imagen ensangrentada.

Me disponía a quedarme frente a ti, me quise creer inmortal, me aprendí todos los rezos.

Me di la vuelta y creí no creer.

Supe que estaba equivocado, pero preferí la derrota a la magia.

Ahora me dicen que los dioses engañan, me queda una duda candente: me pido volver a soñarte cuando quiera.

Resucitarás aunque yo no lo crea.

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