Londres, no Dylan


Él ya sabe que va a ser Bob Dylan, mientras pasa frío aunque no le importe. Ni lo uno ni lo otro. Bob Dylan. Vuelve a leer el poema que guarda en el bolsillo de su chaqueta escasamente protectora. Rimaremos breves lápidas / cuando los palacios se desmoronen / cada vez que el séptimo sello cumpla su función… No lo ha copiado bien. Y además está incompleto. Por lo menos ahora no nieva. Se vuelve a resbalar. Entra en el garito, le toca cantar. Le presentan con otro nombre, ha olvidado cómo se llama el sitio. Su guitarra está desafinada otra vez. Intenta afinarla. Suena un piano. No le tocaba a él. Bob Dylan podrá esperar. Nueva York sigue oliendo a piel roja.



Este texto pertenece a mi cuento Londres tendrá que esperar, publicado el 17 de mayo de 2020 en Periodistas en Español, que puedes leer completo EN ESTE ENLACE.

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