Juan Eduardo Zúñiga, Madrid: capital de la gloria
Hace algunos años leí un libro de
relatos escrito por Juan Eduardo Zúñiga, era un magnífico libro pequeño
de cuentos con el Madrid de la Guerra Civil como protagonista, más que
como telón de fondo. Recientemente quise completar mi lectura de la
trilogía de la que aquel libro formaba parte y decidí leer Capital de la
gloria, publicado en 2003 por vez primera, en el convencimiento de que
no podía ser ese el libro que yo había disfrutado, según un cálculo mío de
fechas. Un cálculo que creo que era errado porque la gran mayoría de los
diez relatos que componen la maravilla que es Capital de la gloria
reposaban en algún lugar de mi cerebro, tal vez de mi corazón, y yo, a medida
que los leía, iba reconociendo en ellos una aprendida débil luz sobre la
terrible presencia de aquella guerra en los personajes que viven aterrados,
hundidos, asfixiados, enanizados, tan reducidos a escombros a menudo como la
propia ciudad asediada, las espléndidas páginas del libro. Que viven en
las espléndidas páginas de Capital de la gloria.
Un libro excelente, una lección
magistral de literatura y un perfecto intérprete para quienes quieren
conocer lo que aquel pasado de negra presencia diaria fue para el literato que
es Zúñiga, un extraordinario superviviente testifical de aquellos tiempos de
zozobra.
En el más largo de sus cuentos, el
que más realidad reconocible nos muestra dentro de este brillante y solemne
decálogo narrativo de ficción que es Capital de la gloria, en el
titulado ‘Ruinas, el trayecto: Guerda Taro’, con la famosa y cuasi
heroica periodista gráfica alemana -muerta en El Escorial en julio de 1937 tras
un accidente mientras cubría un repliegue militar de los republicanos- como
referente argumental y prácticamente protagonista, se revela la razón de ser de
tan hermoso título para un libro delicadamente amargo y fragante a la vez:
“Ella [ella es Guerda Taro en el libro, la Gerda
Taro que tantos conocemos] contemplaba la perspectiva de la ciudad y de
pronto dijo en español, con un marcado acento: «La capital de la gloria,
cubierta de juventudes la frente», y meció la cabeza con un gesto de duda y
miró a Miguel. Este quedó perplejo de oírle decir el verso de Rafael Alberti,
pues no pudo prever que lo hubiese aprendido, y descubrirlo le hizo tener, en
un momento, otra idea de cómo podía ser aquella mujer: la miró fijamente, con
mayor atención, y hubo de admitir que el claro azul de sus ojos daba a su
fisonomía una serenidad que, al mismo tiempo, parecía una reserva de sus
sentimientos, que se confundía con altivez”.
Taro, que, leemos a Zúñiga, “dejó
en sus fotos, tomadas en ciudades y campos de batalla, un testimonio del gran
delito que había sido la guerra”, la joven Taro, que “pronto fue olvidada
aunque hizo más que ninguno: entregó su hermosa vida a una digna tarea, a una
justa causa perdida”.
Un libro edificado sobre las
auténticas ruinas que lo pueblan, fruto de la devastadora acción de los ataques
franquistas contra los pobladores de aquel Madrid hirviendo en derrota y
resistencia. Un Madrid como este que muestra el muy destacable relato que es ‘Rosa
de Madrid’:
“Coincidieron aquellos días con un bombardeo en
Tetuán de las Victorias y la radio contó la docena de poderosas bombas lanzadas
por los Junker alemanes sobre las casitas de aquel barrio, casitas frágiles, de
un piso, con paredes de ladrillo y ligeros tejados que al desplomarse
aplastaban gente bajo los escombros. También esta vez eran extraídos cadáveres
de niños tan deformados que los padres sólo les reconocían por las ropas y
no sabían qué hacer con tales despojos”.
[...]
Capital de la
gloria es el libro
que cierra la trilogía (pues como tal ha llegado a publicarse) iniciada en 1980
con Largo noviembre de Madrid y continuada nueve años más tarde con La
tierra será un paraíso, y en aquel año 2003 de su aparición fue galardonado
con el Premio de la Crítica de narrativa castellana.
Este texto pertenece a mi artículo ‘Capital de la
gloria: el horror del Madrid bélico y la espléndida literatura de Zúñiga’,
publicado el 20 de febrero de 2020 en Escribir & Corregir,
que puedes leer completo EN ESTE
ENLACE.
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