La vida cuando somos ya muy dóciles: poemas de José Miguel Junco Ezquerra
El poeta canario José
Miguel Junco Ezquerra publicó en 2016 su décimo poemario, titulado La
mujer de lava y otros poemas, que yo he leído con agrado, especialmente
los otros poemas, los que componen
aquellos agrupados bajo los epígrafes ‘Donde estamos escritos’, ‘Di sílabas
extrañas’ y ‘Botella al mar’.
El hermoso poema ‘Fósil’
corresponde a ‘Donde estamos escritos’, y dice así:
“Debajo
de la falda del olvido
hay una
presunción de enredadera
como
recordatorio de unos cuerpos.
Queda también
el rastro
—parece un caracol—
de un animal del mundo
que quiso hasta el
final dejar constancia
de todo lo que opuso a
su derrota.
Si se pasa la mano
lentamente
Se supo que hubo vida”.
Saber dónde hubo vida. Espléndido ‘Fósil’.
En ‘Di sílabas extrañas’ (en cuyo poema ‘Devenir’
Junco escribe “para que sepas que yo hasta el último momento sentí que me
recorrías”) podemos disfrutar del tenue valor de la permanencia en ‘Eximentes’:
“Que
sepas que te eximo de todo lo acordado.
Te
eximo de tenerte que andar con mis cenizas,
te eximo
de llevarme por siempre en la memoria,
te
eximo de quererme más allá de los tiempos.
También de la promesa
de no marcharte nunca,
de no
sentir por nadie lo que por mí sentiste,
de
tener que aprenderte tantísimos poemas.
Pero me gustaría que
cuando arrecie el frío,
si ocurre
que una tarde el mar llega a tus ojos,
me
busques en el rítmico vaivén del oleaje
y digas
sin pensarlo: ‘¡qué bien, ya te extrañaba!’“
Del muy comprometido socialmente ‘Botella al mar’ son
las poesías ‘Vencedores’ y ‘Vencidos’, una en la que “pisaban por pisar”, otra
en la que habita gente que “regresó de la tristeza”.
Allí leo en los versos de ‘Razones’:
“Ah,
cuando al corazón le entra la congoja
y declara
la guerra a los relojes
y por
no abrir no abre ni los ojos”.
Los náufragos, los huidos de la miseria africana
protagonizan ‘Nudos’:
“Hay un
nudo invisible
que duele
y asfixia
cuando
seres iguales a nosotros
cruzando
un mar
se
ahogan
y pasan
a ser números.
¿En qué
bancal de espuma
resistirán
airadas
las
velas que encendemos
y las
flores?
¿De
tanta y tanta pena
podrá nacer
un árbol
que impregne
y sea
el origen
de un
sueño así de grande?
¿Y el
sueño tendrá ojos
y nombres
y apellidos?”
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